En el capítulo anterior... comenzaba la narración de la carrera espacial con una pequeña introducción en la que citaba la situación del mundo tras la Segunda Guerra Mundial, la división en dos bloques, el capitalista a un lado y el comunista a otro, y el comienzo de los viajes al espacio de la mano de Wernher von Braun y Sergei Korolev. En el capítulo de hoy sabremos más acerca de la vida de estos dos nombres que jugaron un papel vital en el desarrollo de la ingeniería astronáutica.
Capítulo 2: El duelo entre Wernher von Braun y Sergei Korolev
Como decía, Wernher von Braun había trabajado para el ejército alemán. Su padre era un noble alemán y su madre era baronesa. ¿Cómo se aficionó von Braun a la astronomía? Por un lado, a ello contribuyeron las novelas de Julio Verne y H.G Wells; por otro, una serie de trabajos científicos de Hermann Oberth (“Al Espacio en Cohete”), que animaron a von Braun a estudiar cálculo y trigonometría para comprender la física de la cohetería; y además, su madre, que también era aficionada a la astronomía, le regaló un telescopio el día de su confirmación en la Iglesia Luterana (telescopio cuyas posibilidades von Braun rápidamente agotaría y por ello contruyó, junto con algunos compañeros a los que convenció, un observatorio astronómico con piezas de coche viejo)
Von Braun obtuvo el graduado en Ingeniería Mecánica del Instituto Politécnico de Berlín, y poco después se doctoró en Física por la Universidad de Berlín. Queriendo desarrollar grandes cohetes (su deseo era enviar naves al espacio) se enroló en el ejército alemán para desarrollar misiles balísticos, y con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el alto mando alemán le encargó el diseño de un cohete cargado de explosivos cuyo objetivo sería el de atacar territorio enemigo. El equipo de von Braun diseñó los modelos A3 y A4. Hitler quedó entusiasmado con éste último y ordenó su producción masiva con el nombre de “Arma de represalia número 2” o V2 (del alemán Vergeltungswaffe). Expertos militares afirman que si los alemanes hubieran empleado estos misiles de forma masiva, su ejército habría sido capaz de ganar la guerra.
Pero el objetivo y el deseo de von Braun no era militar, sino espacial. Por ello, cuando en 1945 empezaba a aceptarse que Alemania no ganaría la guerra, comenzó a planificar su futuro en la posguerra. De esta forma, von Braun contactó con los aliados y presentó su rendición ante las fuerzas norteamericanas; en este momento, nuestro protagonista estuvo a punto de ser capturado por los rusos, quienes deseaban integrarlo en el equipo de Sergei Korolov.
Trabajando para los norteamericanos, von Braun y su equipo construyeron el misil balístico Júpiter para el ejército, y los cohetes Redstone para la NASA. Estos cohetes serían utilizados por la NASA para los primeros lanzamientos del Programa Mercury. Posteriormente, la NASA encomendó al equipo de ingenieros de von Braun la construcción del gigantesco cohete Saturno, cuyo modelo más grande sería el que pusiera al hombre en la Luna. Von Braun fue nombrado director del Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA, y se convirtió en el principal diseñador del Saturno V, modelo que entre 1969 y 1972 llevaría a los estadounidenses a la Luna.
Von Braun se retiró de su labor el 31 de diciembre de 1976. Seis meses después murió afectado por un cáncer incurable. Su colaboración con el ejército nazi y el uso de obreros esclavos durante ese período quedó olvidada con la hazaña de poner a un hombre en la Luna.
El caso de Sergei Korolev presenta similitudes con el de von Braun, si bien es cierto que tiene claras diferencias con éste. Se interesó por los cohetes cuya finalidad eran los viajes espaciales, e impulsó sus ideas con la Academia Rusa de las Ciencias. En 1957, Año Geofísico Internacional, la prensa estadounidense comenzó a divulgar la idea de lanzar un satélite al espacio. Sin embargo, el Gobierno de Estados Unidos no quería gastar millones de dólares en un proyecto de este tipo, por lo que durante largo tiempo permaneció congelado. Pero Korolev sí recibió el apoyo del Gobierno Ruso, gracias al enfrentamiento que éste mantenía con los Estados Unidos; la Unión Soviética debía ser la primera en lanzar un satélite al espacio.
Korolev trabajó en el proyecto Sputnik 1 (el primer satélite puesto en órbita con éxito, el 4 de octubre de 1957), Sputnik 2 (segundo satélite puesto en órbita con éxito, lanzado el día que se conmemoraba el 40º aniversario de la Revolución Rusa, el 3 de noviembre de 1957); el
Sputnik 2 pesaba seis veces más que su antecesor, y llevaba la primera criatura terrestre que tendría el privilegio de observar nuestro planeta desde el exterior: Laika, la perrita espacial. Laika sobrevivió al lanzamiento y la conmemoración de la Revolución Rusa resultó ser un éxito, pero murió poco después debido al agotamiento por el calor. Además, Korolev trabajó en la creación del Sputnik 3, para dirigir posteriormente tanto sus deseos como sus proyectos para alcanzar la Luna.
Korolev y su equipo de ingenieros diseñaron una serie de sondas que se dirigirían a la Luna: la misión Luna 1 intentó impactar contra la superficie lunar pero erró por 6000 km. Luna 2 sí logró impactar contra la Luna, lo que ya en sí constituía una victoria soviética frente a los estadounidenses; Luna 3 fue la primera nave que tomó fotografías de la cara oculta del satélite lunar, hecho que, de nuevo, suponía una nueva victoria de la Unión Soviética en la loca carrera espacial.
De cara a misiones tripuladas, plan que comenzó en 1958, Korolev estudió el diseño de una nueva nave denominada Vostok. Su capacidad sería de un único pasajero con traje espacial; cuando se realizaron las correspondientes pruebas, este modelo orbitó 64 veces alrededor de la Tierra, pero falló en el regreso. Se realizaron otras cuatro pruebas con perros a bordo, y las dos últimas fueron éxitos completos; de esta manera, el Gobierno aprobó el envío del primer ruso al espacio: Yuri Gagarin fue el primer hombre que estuvo en el espacio, puesto en órbita en abril de 1961. Después del exitoso vuelo del Vostok de Gagarin, también lograron su objetivo el Vostok 5 (81 órbitas) y el Vostok 6 (con la primera mujer que iba al espacio, Valentina Tereshkova, en el interior).
El trabajo de Korolev continuó con el diseño de una nave que permitiría conectar con otra nave en órbita, la nave Soyuz. Sin embargo el Gobierno entonces dirigido por Kruschev le instó a que continuara con sus logros para el programa de misiones tripuladas. Fue entonces cuando el grupo de Korolev diseñó el Voskhod, un modelo mejorado del anteriormente nombrado Vostok. A bordo del Voskhod 2, Alexei Leonov fue lanzado al espacio y una vez allí realizó el primer paseo espacial, no sin dificultades puesto que el ‘vuelo’casi termina en desastre. Respecto al objetivo de alcanzar la Luna, Korolev trabajó en el diseño del inmenso cohete N-1. Sin embargo no vería su objetivo cumplido.
En diciembre de 1960 Korolev sufrió su primer ataque cardíaco. Los médicos le avisaron de que si continuaba el ritmo de trabajo que llevaba, no viviría mucho más; sin embargo, Korolev lo último que deseaba era que Kruschev retirara el financiamiento de sus programas, por lo que en lugar de reducir su trabajo, empezó a trabajar con mayor intensidad que anteriormente. Padeció de numerosas dolencias, hasta que en enero de 1966 murió, en circunstancias que hasta hace poco permanecieron en secreto.
El dato más curioso de toda esta historia puede ser que Wernher von Braun nunca conoció a Korolev; el ingeniero alemán que trabajaba para la NASA nunca conoció a su rival, quien en muchas ocasiones estuvo por delante de él. Von Braun nunca supo, por tanto, a quién se estaba enfrentando. Esto fue debido a que la política iniciada por Stalin y continuada por sus sucesores quiso protegerle de los agentes extranjeros de Estados Unidos. De esta forma, ni siquiera el pueblo soviético sabía quién era el artífice de los logros de su país; tras su muerte, ambos, von Braun y el pueblo soviético, conocieron la identidad de Korolev; su obituario fue publicado en el diario soviético Pravda de enero de 1966, y fue enterrado con honores de Estado en el muro del Kremlin. Como consecuencia de este ocultamiento de su identidad, Korolev nunca recogió el Premio Nobel que le fue otorgado; Krushev rechazó que fuera utilizado este nombre y afirmó que el premio debía ser para el Pueblo Soviético y el Sistema Socialista, por sus logros. (NOTA: la imagen corresponde a una edición del Pravda de marzo de 1917, no es la edición en la que fue publicado el obituario de Korolev)
Tras la muerte de Korolev, Vassili Mishin, mano derecha del anterior, heredó el programa del N-1, que resultó ser fallido. Valentin Glushko le sustituyó hasta que el programa espacial soviético fuera cancelado por Leonid Brezhnev, después de que los Estados Unidos hubieran alcanzado la Luna.
CONTINUARÁ...
[PRÓXIMAMENTE... el tercer capítulo de La Carrera Espacial: "Los inicios de la carrera, 1957"]