2011 empieza con unas perspectivas de futuro negras. Con malas noticias, malos datos, editoriales cargados de pesimismo (con razón), columnas de opinión clamando al cielo por esa generación de jóvenes a la que se ha condenado a…
Leo en Escolar.net un artículo breve que lleva por título “La generación estafada”. Mis palabras no pretenden ser una crítica hacia su autor, ni un parafraseo inútil de su artículo. Invito a leerlo y lo cito porque es el que ha motivado la entrada que escribo a continuación.
Creo que se ha generalizado la moda de decir “nos han condenado a…”, “nos han convencido de…”, “nos han hecho…” y así sucesivamente. Tengo la sensación de que se ha vuelto habitual el comportamiento del estudiante que tiende a decir “he aprobado” y “me han suspendido” (prestemos atención al matiz). Siento que en estos tiempos difíciles hemos optado por asumir un comportamiento que nos exima de responsabilidades.
Y no estoy de acuerdo. Que yo soy vago pero no quiero engañarme.
Cuando se afirma mediante estadísticas y estudios que la generación que actualmente tiene entre 20 y 25 años está condenada a vivir peor que sus padres, se olvidan ciertos detalles y matices que son fundamentales y que podrían ahorrarnos más de un dolor de cabeza.
¿Nos han obligado a tener un coche para cada miembro de una familia de cuatro o cinco personas? No, lo hemos convertido nosotros mismos en una necesidad.
¿Nos han obligado a comprarles a todos los niños de 12 años un teléfono móvil? No, lo hemos convertido nosotros en un elemento imprescindible para tener controlados a nuestros hijos sin hacer el esfuerzo de estar pendientes de ellos.
¿Nos han obligado a colgarnos del móvil y necesitar 30 euros al mes en tarifas planas? No, lo hemos convertido nosotros un una obligación, más cómoda que el engorro de llamar al teléfono fijo de cada uno.
¿Nos han obligado a tener la consola de última generación en nuestra casa? No, lo hemos convertido nosotros en un elemento de primera necesidad incluso cuando, quizá, no era la inversión que más convenía.
¿Nos han obligado a endeudarnos para comprarnos la cámara de fotos de última generación? No, lo hemos convertido nosotros en algo imprescindible para no quedarnos atrás en la loca carrera tecnológica.
Estoy de acuerdo en que en muchos casos el móvil y el coche se han convertido en elementos imprescindibles para el trabajo. Vale. Pero de ahí a las ingentes fortunas que uno puede escuchar que la gente se gasta en móvil, hay un trecho. Como para luego tener que leer que “nos han convencido de que lo necesitamos”, como si la sociedad estuviera compuesta por cabezas carentes de cerebro. Como si no pudiéramos saber lo que necesitamos y lo que no.
¿Ahora nos sentimos estafados?
Nadie nos ha obligado a acostumbrarnos a un ritmo de vida que no sea sostenible ni económica, ni social, ni medioambientalmente hablando. No podemos coger un montón de caramelos de un desconocido sin tener cautela de qué son, sin preguntar antes; no podemos comérnoslos todos y luego protestar porque se terminan y porque nadie nos dijo que esto se acabaría… ¿no teníamos cabeza para preguntar?
Todo esto, en un contexto en el que (manda…) la presidenta de Alemania ha mostrado muchísimo más interés por los trabajadores españoles que el Iluminao de la Moncloa.
Nadie se sentía estafado cuando ese ignorante ganó las elecciones en 2008. Nadie. Aquí todo era jauja y antipatriotas los que auguraban un futuro negro. ¡Cómo se nos iba a ocurrir que las cosas llegarían a este punto! ¿No?
Duele escuchar ese discurso aprendido tarde y mal por el Iluminao, que dice: “"tenemos que saber" que de esta crisis "podremos salir", con la convicción de que "seremos capaces de superar" el "drama estructural" de la economía española que lleva a España "siempre" a duplicar la tasa de desempleo en relación con Europa.” Zapatero: "No va a ser fácil reducir el paro juvenil" (La Nueva España, 26 de enero de 2011)
Duele escuchar esas palabras de una persona que lo único que ha hecho ha sido escupir sobre los millones de parados que hay en España. No sólo eso; es que no tiene ni idea de cómo arreglar esto y nos anima a que lo intentemos por él. No sólo eso tampoco; es que encima a él no le va a afectar lo más mínimo.
Y otro día hablamos de la estafa que nos hacen unos políticos preocupados por su poltrona en un Congreso que se gasta el dinero en que los que allí van duerman cómodos y ni se entiendan. Pero otro día.
Por hoy, suficiente.
La culpa no es sólo del que estafa. El estafado tiene parte de culpa también.
Totalmente de acuerdo contigo ...en todo asi que nada que añadir ;)
ResponderEliminarMalos tiempos, Miri, muy malos tiempos...
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