¿Cuántas veces hemos ido a un mostrador o a una ventanilla para solicitar un documento o un impreso determinado, o para pedir información sobre algo? ¿Cuántas veces hemos sentido cómo nuestro corazón se acelera mientras nuestros pasos nos acercan a ese lugar que dice “Secretaría” o “Consejería de…”? ¿Cuántas veces comprobamos que llevamos en nuestra carpeta todos los papeles que nos dijeron que necesitábamos para hacer la gestión deseada?
A posteriori, cuando las gestiones ya están resueltas, es gracioso recordar la de vueltas que a veces nos hacen dar para cumplimentar según qué papeleos. Que si matrículas, que si becas, que si solicitudes de prácticas, que si pagos, que si reclamaciones de devoluciones… impresos rellenados, impresos fotocopiados, fotografías de carnet, documentación y fotocopia correspondiente, justificantes de matrícula, expedientes compulsados y fotocopia correspondiente…. Papeles, y una cara seria que nos mira amenazadoramente cuando nos falta uno de los cientos de documentos distintos que hay que llevar.
El otro día vi un corto que resume de una manera, creo yo, genial, todo esto. La cara del funcionario correspondiente, la reacción del solicitante ante la multitud de papeles que necesita, las miradas del resto de compañeros de la oficina… y sobre todo: papeles.
Recomiendo verlo, son sólo tres minutos y medio.
Odio la palabra "compulsar" pero parece que a ellos les encanta ;)
ResponderEliminarEl corto es ¡buenísimo!
Muy bueno. Quizás a mis amigos funcionarios se enfaden pero algo de verdad hay.
ResponderEliminarGrande... Pero sinceramente, creí que sería ella la que terminase perdiendo.
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