Foto: Retazos
Inspirados en una Revolución… que no lo fue tanto.
Hace unos meses leía en el blog “No sin mi bici” la sorprendente noticia de lo que había ocurrido en Islandia. Al parecer el pueblo islandés había decidido coger el toro por los cuernos, haciendo dimitir a todo el Gobierno por las decisiones y consecuencias de la crisis económica.
El caso es que la lectura removía por dentro. Recomiendo leer la entrada entera, pero en resumen, supuso lo siguiente: “dimisión de todo un gobierno en bloque, nacionalización de la banca, referéndum para que el pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, encarcelación de responsables de la crisis, reescritura de la constitución por los ciudadanos y un proyecto de blindaje de la libertad de información y de expresión”. Uf, casi nada.
Sin embargo, al poco tiempo, encontré otro artículo distinto en el blog “La saga de Dashiell”. El título no podía ser más esclarecedor: “Desmontando el bulo de la revolución islandesa”.
En seis sencillos puntos, Dashiell desmitificaba lo que había leído respecto a Islandia. Las palabras parecían demasiado grandes, quizá incluso exageradas. La reacción del pueblo no era ni tan contundente, ni tan trascendente, ni tan efectiva. El pueblo islandés hizo cosas, sí; tomó medidas cuando se dieron cuenta de que iba a tocarle pagar los platos rotos, también; pero lo cierto es que parece que la dimensión alcanzada por la Revolución Islandesa difiere según quién nos la cuente.
Al hilo de esto recomiendo leer la continuación “¿Qué va a ocurrir ahora con Islandia?”
Foto: Retazos
De Túnez a Egipto, pasando por Madrid: un contexto completamente distinto.
Hay carteles en Sol comparando las revueltas vividas en los meses pasados en Túnez y Egipto con lo que está ocurriendo ahora en España. En este caso me parece una comparación fuera de lugar, y comparto, aunque no en todos los puntos, la opinión del blog “Contando Estrelas”: “Cinco diferencias entre las revueltas árabes y la Spanish Revolution”
Me parece importante resaltar, y así lo hago a lo largo de estas líneas, que si protestamos entre otras cosas por la situación económica que tenemos hay un responsable al que habría que exigirle la renuncia inmediata. Eso no implica que las protestas adquieran color político (si es que no lo tienen ya), sería simplemente el paso que yo considero debería darse en primer lugar.
Las comparaciones son odiosas, pero se hacen. Ahora bien, comparar las acampadas que hay en España (y que parecen extenderse por otras partes del mundo) con lo que se vivió y se vive en Islandia para engrandecerlas, no es un análisis certero de ninguna de las dos cosas. Y poner al mismo nivel el levantamiento de los pueblos árabes contra sus dictaduras y las acampadas que hay en España (contra “nada” pero contra “todo”) es equivocarse en la forma y en el fondo.
Sacar las cosas de contexto es injusto para la gente. Pero sobre todo es injusto para la verdad.
Mañana no os perdáis la cuarta parte de mis opiniones sobre los acampados.
Lee aquí la primera entrada de esta serie: “Sobre las #acampadas (I)”
Lee aquí la segunda entrada de esta serie: “Sobre las #acampadas (II)”
Debe ser deformación profesional, pero yo esto no lo llamaría revolución, stricto sensu. Salvo porque la gente está inquieta, revolucionada.
ResponderEliminarrevolución.
(Del lat. revolutĭo, -ōnis).
2. f. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.
3. f. Inquietud, alboroto, sedición.
4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa.
Señores, no nos subamos a la parra, porque ni siquiera se ha sacado en limpio un cambio electoral inusitado. Hay quejas, no cambios.
Hasta que no se marque una diferencia, más allá de colapsar plazas y comercios, y poner orgullosos eslóganes revolucionarios en Facebook, esto no es (aún) la tan cacareada Spanish revolution. Es simplemente una Spanish tantrum.