9 de julio de 2014

Requiem

Las luces se apagan, la habitación se queda a oscuras.
En la oscuridad sólo
queda el silencio.
Y en el silencio, el vacío…

Hay ocasiones que transforman la vida de un hombre. Ocurre con las alegrías y con las tristezas, los momentos que provocan tales sensaciones no generan sin embargo los mismos sentimientos en todas las personas.

Estos días miraba atrás y comprobaba que son los años los que han forjado nuestra amistad, muy por encima de las experiencias, los encuentros y desencuentros que el devenir de los acontecimientos hayan podido producir. En estas circunstancias, sin embargo, me siento insignificante, impotente tal vez, pequeño, y sobre todo breve.

Estas líneas no pretenden ser el idealista canto al Carpe Diem, sino la expresión más sincera de la rabia y la impotencia sentida por quien no ha podido romper la barrera del tiempo y la distancia… ni siquiera por unas horas.

Y si ello no ha sido posible, en gran parte, ha sido por culpa del principal obstáculo: el tiempo. A quien la mitología clásica representa devorando a sus hijos… el único obstáculo que ante un imprevisto es imposible vencer.

Si no queremos hablar de amigos o enemigos, de victorias o de derrotas, y preferimos presentar el tiempo, en su dimensión más general, como un aspecto más de la Vida, el tiempo crea amistades, las une y las mantiene. Si se le abre la puerta, incluso las recupera. Pero también se convierte en una barrera, y mucho más que el dinero o la distancia, obliga a escoger.

Y escoger, como se ha dicho en tantísimas otras ocasiones… es renunciar.

Cuando el drama se produce, cuando la presencia se hace necesaria e imprescindible, y el tiempo no ha cedido ni un segundo de su caprichoso devenir, la mirada se pierde en el horizonte mediterráneo mientras cae la tarde y llega la noche.

Telón. Tinieblas.

Y sin embargo, el amanecer de un nuevo día nos recuerda que las agujas del reloj siguen avanzando y podrán jugar a nuestro favor si no cerramos la puerta con el olvido. El tiempo, protagonista otra vez, nos dejará seguir caminando juntos, creciendo juntos, riendo juntos, llorando juntos, sufriendo juntos… continuar juntos. Hombro con hombro.

Hasta que la Vida tenga a bien entrelazar de nuevo nuestros caminos.

Así sea.

Un abrazo a la familia. Un abrazo a tí, amigo. Que el alma de FJMG descanse en Paz.