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11 de marzo de 2015

Vuelta a las cloacas

Hay veces en las que afrontar el vacío espacio de una hoja de papel es muy complicado.

Hoy es, era, y será 11 de marzo. Otra vez, como en un maníaco repetir de los acontecimientos, la fecha aparece desafiante en el calendario. Como diciendo “vuestra vida sigue, pero siempre recordaréis el día de hoy”

Tal vez la cercanía en el tiempo de los acontecimientos de París me invite a aceptar el desafío de esta hoja de papel en el día de hoy; desafío rechazado en los últimos años por una agenda más preocupada en asumir la distancia, lo dejado atrás, y los retos de una nueva etapa.

Pero decía que es 11 de marzo. Creo que, de alguna forma, desde aquella mañana a las 7.40, en mi vida no ha dejado de ser 11 de marzo. Unos días más, otros menos; pero siempre, o muy habitualmente, ha habido un hueco entre mi actividad diaria para dedicar un minuto a reflexionar sobre lo ocurrido aquel día. Uno coge todos los días su camino al trabajo con la pereza de esas primeras horas, esperando encontrarse la desgraciada cola antes de entrar; pero no espera encontrarse con una pesadilla de cadáveres por los suelos y trenes por los aires.

El tiempo pasa, perdonando o sin perdonar, ofreciéndonos la oportunidad de adquirir una nueva perspectiva en la visión que tenemos de las cosas. 11 años después, la mirada se detiene en el momento que marcó un antes y un después en la concepción de la política, la democracia, y lo que un vocabulario grandilocuente gustaría en llamar, “los asuntos de Estado”.

11m

Y rebuscando en los rincones de la memoria, esa es la imagen que aparece en primer lugar cuando recuerdo el Jueves, 11 de Marzo de 2004. En ese tren iba gente a trabajar, ahora cubiertas por mantas que tapan en parte las consecuencia de la barbarie; un policía se acerca a los restos; y el amasijo de hierro que antes era un medio de transporte se convierte en un punto de inflexión.

TODOS ÍBAMOS EN ESOS TRENES

11 años después, tengo claro que España se quedó sola  apenas unas horas después de los atentados.

Si tuviera la ocasión de acercarme a algunas de las autoridades protagonistas de aquellos momentos, tengo claro lo que les preguntaría.

A los miembros de entonces del Partido Popular, sentados en torno a su mesa en Génova, les preguntaría por qué no reunieron a los representantes de todas las fuerzas políticas legales que formaban parte del Congreso en ese momento. Un asunto de Estado merece tratarse como un asunto de Estado y no como una simple crisis de Gabinete. Les preguntaría, además, qué les motivó a ofrecer las pesquisas como información veraz; y les preguntaría por qué no convocaron una rueda de prensa urgente para decir “no sabemos lo que está pasando; no podemos decirles lo que está pasando porque nuestras fuentes no nos están informando de forma clara” ¿No había otra forma de hacer las cosas?

A los responsables de entonces del Partido Socialista, sentados en torno a su mesa en Ferraz, les preguntaría por qué aceptaron en el escenario político las palabras de un interlocutor destacado de la banda terrorista. Por qué sí tuvieron en cuenta las palabras en las que Otegi señalaba que no había motivos para asociar al terrorismo abertzale la barbarie del 11-M, y no consideraron las palabras de los responsables del Gobierno. Les preguntaría si a día de hoy pueden reconocer que actuaron con madurez democrática acusando al Gobierno de mentir en la jornada de reflexión de las Elecciones Generales. ¿No había otra forma de hacer las cosas?

A los encargados de recoger las muestras de los trenes, reunidos en su laboratorio, les preguntaría “¿Por qué tanta prisa?”. Les preguntaría por qué les urgió tanto destruir los trenes, lavar las pruebas, limpiar los restos. Toneladas de trenes destruidas para siempre en cuestión de horas; ¿por qué?

A los policías, encargados de custodiar las pruebas recogidas, les preguntaría si a día de hoy pueden reconocer que actuaron con profesionalismo al no mantener la cadena de custodia de pruebas en el traslado de las mismas. ¿Es esa la forma con la que habitualmente se tratan todas las pruebas de los crímenes en España?

A los jueces, encargados de juzgar a los culpables, les preguntaría si están verdaderamente satisfechos con la Sentencia de dichos atentados. Me refiero a la satisfacción, no ya de un profesional que “ha cumplido”, sino a la de un familiar contento con la Sentencia sobre el asesinato de uno de los suyos. ¿Están verdaderamente satisfechos?

La vida de 192 personas, y la de todos los españoles, contó mientras contaba para el resultado de unas elecciones; de igual manera que la vida de las víctimas de ETA y la de todos los españoles, contó mientras contó para el resultado de las elecciones. La casta, que un pedante en forma de falso mesías afirma ser el primero en descubrir, ya existía entonces y así nos dimos cuenta muchos la mañana del 15 de Marzo de 2004. Esa casta pudo haber hecho muchísimo mejor las cosas, pero el resultado de las elecciones importaba demasiado como para que el respeto y la dignidad nacional fueran mantenidas.

192 personas perdieron la vida yendo a trabajar la mañana del 11 de Marzo de 2004. La historia ya se la saben. Esa mañana se descubrieron los bajos fondos, las cloacas y la basura que asoma cuando el poder político alcanza una dimensión tal que el ganar unas elecciones importa más que la vida de la gente. Por eso no hubo reparos en no impedir (antes al contrario, animar y jalear) que la gente saliera a la calle a llamar asesino a su propio Gobierno. Por eso el Gobierno de entonces no pudo mantener las formas democráticas hasta el final.

Todos íbamos en los Cercanías que explotaron el 11-M porque los que no murieron esa mañana han ido ahogándose, lenta y dolorosamente desde entonces, descubriendo que las mentiras valen, si valen para ganar unas elecciones. España se quedó sola, porque sola se queda una nación cuyas autoridades gestionan las crisis para su propio beneficio y no para el de los ciudadanos. Tanto quisieron barrer para casa que al final, once años después, el silencio mediático, institucional y político es absolutamente deleznable. Tal es la vergüenza que en el Bosque de los Ausentes, por dedicar, le han dedicado un árbol a la Verdad. Por cumplir, que no quede.

¿Quieren revivir uno de los más tristes y lamentables episodios de la manipulación a la que España, el pueblo español, se vio sometido aquellos días? Dos frases quedan para el recuerdo, epitafio de un homicidio que no debería repetirse jamás y que, por desgracia, no está lejos de repetirse de nuevo visto el cariz de los últimos acontecimientos.

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“No había ningún signo indiciario, ninguna huella, ninguna traza, que nos hiciera pensar que entre nuestros muertos había terroristas suicidas”

Carmen Baladía, directora del Instituto Anatómico Forense, en una entrevista a Luis del Pino, en Libertad Digital

“Fuentes de la lucha antiterrorista han apuntado a esta cadena de emisoras la posibilidad de que al menos un terrorista suicida se haya inmolado en uno de los trenes”

Iñaki Gabilondo, director de los Informativos de la Cadena SER

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En la distancia te llevo, te guardo y te lloro, España.

14 de febrero de 2011

Apareció Guy Fawkes

Ayer leía la crónica de la gala de los Goya que hacía Carlos Rebato en “ALTI40: La guía del geek”. Se trata del relato que una persona normal y corriente hace sobre lo que anoche se vivió en la madrileña Plaza de Oriente: “Crónica de la Operación Goya, historia de un incrédulo

Y mientras leía las palabras escritas por Carlos, en una crónica para enmarcar, me estaba viniendo a la memoria un libro electrónico que leí hace bastante tiempo.

En ese libro (11M: Redes para ganar una guerra) se hace un análisis –bastante sesgado- del comportamiento de la sociedad española entre la jornada de los atentados, el 11 de marzo de 2004, y la posterior jornada de elecciones, el 14 de marzo. Se hace un resumen de lo que ocurrió tras las explosiones, los movimientos llevados a cabo por la prensa, las acciones informativas del Gobierno, en fin, se resume todo más o menos en 112 páginas. Hace también un análisis de las nuevas formas de terrorismo, y se centra en el uso de las tecnologías por parte de los ciudadanos para hacer revoluciones y enfrentarse al poder establecido.

Insiste ese libro, una y otra vez, en la poca capacidad que tuvo –o quiso tener-  el Gobierno de Aznar para asumir el cambio tecnológico y las nuevas vías a través de las cuales la sociedad puede acceder a la información.

Anoche, en la entrada del Teatro Real, se agrupó un montón de gente para protestar contra algunas de las personalidades que allí se congregaron. Lo hicieron junto a la alfombra roja por la que desfiló, entre otros, nuestra Ministra de Cultura Ángeles González-Sinde.

Algunos acudieron respondiendo a la llamada de Anonymous. Otros, tal como relata Carlos, pasaban por allí, algunos comentaban y seguían su camino, otros decidían quedarse y sumarse a los que allí estaban.

Zapatero ganó las elecciones con alabanzas de sociólogos y politólogos que afirmaban lo bien que había comprendido el PSOE el uso de las nuevas tecnologías por parte de los ciudadanos.

Todos esos expertos han caído en su trampa. El uso de las nuevas tecnologías ha permitido a la sociedad unirse, aunque esta vez no se publicarán libros que lleven por título: “Ley Sinde: Redes para derogar una ley injusta”.

El 11-M nos pudrió como nación, nos dividió como sociedad, nos enfrentó como ciudadanos; y esa no fue más que la cosecha que resultó de la semilla sembrada por los mismos medios y por los mismos comunicadores que tan contentos estaban con el “semeseo” y el “blogueo”.

La Ley Sinde, a diferencia de aquellos atentados que nuestros gobernantes decidieron no dejar investigar como Dios manda, nos une como ciudadanos, nos hace fuertes como sociedad y nos renueva como nación: los españoles no somos idiotas y sabemos cuándo quieren coartarnos las libertades en Internet.

El silencio sobre lo ocurrido a la entrada del Teatro Real es bastante abrumador (los diarios hablan de ello más como una anécdota que como un movimiento realmente relevante; en el ránking del día de Bitácoras, a la hora de publicar este artículo, no aparecen más que dos titulares que hagan referencia a ello) Aun así, el hecho de que anoche, y no otro día, aparecieran multitud de Guy Fawkes en la Plaza de Oriente es sorprendentemente simbólico.

Anoche encajaron unas cuantas piezas de un complicado puzzle mental que no sale de mi cabeza desde una inolvidable mañana de jueves. Para todos esos acomodados en la poltrona del poder, teóricos de la sociología expertos en lo que hacemos y dejamos de hacer, liberales, intelectuales, charlatanes y demás individuos que creen saberlo todo acerca de la sociedad y su comportamiento… Para todos ellos:

11 de marzo de 2010

9. 11 de marzo de 2010. El juramento.

- Háblame del juramento.

“No es fácil escribir las cosas desde el corazón, Maite. No es fácil escribirlas bien, quiero decir. El corazón late, y de cada latido salen cientos de ideas que se arremolinan en nuestra mente sin ningún orden. Esas ideas son las que sentimos más dentro de nosotros mismos, las más sinceras, las más auténticas, las más puras… y las más difíciles de transmitir.

Algo cambió aquella mañana.

El mensaje de móvil del servicio de noticias que le llegó a Paula nos hizo enterarnos a todos en un primer momento del horror.

“Una bomba de ETA en Atocha. Varios muertos y heridos”

Después teníamos recreo, y las noticias se sucedían a cada cual más trágica. Caras de preocupación, porque de repente la atmósfera de aquella mañana había adquirido un tono dramático. A continuación fuimos a la sala de ordenadores a mirar las informaciones que salían en los periódicos.

No era un coche bomba. No era un atentado más. Sí, todos son igual de tristes, igual de crueles, igual de injustos. Pero esto no era un atentado. Era una pesadilla. Infame. Cruel. Injusta. Terrible.

Ese 11 de marzo ya nada tenía sentido. Sólo valía la pena volver a casa y comprobar que ninguno de mis familiares hubiera sufrido nada. Era absurdo, tal vez, tener miedo de que a alguien de los míos le hubiese ocurrido algo; sin embargo un par de personas que conocía estuvieron a punto de perder a un familiar ese día… así que supongo que teniendo familia en Madrid no sería tan loco volver a casa y alegrarse de que hubiera habido suerte.

Recordar el 11M es revivir la sensación de preguntarse “¿por qué?” a cada segundo. Es la sensación de haber despertado de un largo letargo para darse cuenta de que lo que se vive es peor que el sueño. Es sentir que la pesadilla no es un sueño, es la vida real. Es recordar el día en el que comprendí que el mundo es injusto, pero sigue girando.

Cuando echo la vista atrás, Maite, creo que respecto a los atentados del 11M he dicho muchas cosas, y de ninguna me arrepiento. Al día siguiente, viernes, me desperté como siempre durante aquel curso de primero de bachillerato. Rutina, ducha, desayuno, y a clase. Había alguna bandera de España aderezada con crespones negros en algunas ventanas. Los periódicos reflejaban el horror y mostraban condolencias por las víctimas. No sé cuántos muertos se contaban ya en aquellas horas inmediatamente posteriores a los atentados. Muchos estaban graves y condenados a morir.

Personas que el día anterior se habían levantado para ir a trabajar.

Gente condenada a morir por culpa de unos asesinos.

Recuerdo el pin… recuerdo hasta la ropa que llevé aquel viernes. Una sudadera chulísima, color verde clarito, y vaqueros, unos vaqueros oscuros chulísimos también, y los playeros John Smith que tanto me duraron. Recordar eso… Recuerdo leer un emocionantísimo artículo en basketconfidencial; hasta las canastas lloraron aquellos atentados.

Recuerdo el pin, como te decía antes. Aquel día salí de casa por primera vez con el pin de la bandera de España que había comprado en el viaje de estudios; un pin al que le puse un crespón negro que hice cortando un pequeño trozo de papel coloreado con un rotulador.

Alguno me llamó facha.

192 personas muertas en nuestro país y aún quedaron ganas de darle cuerda a la manivela del “llevas-una-bandera-de-España-y-por-eso-eres-un-facha”. “Esto es España”, pensarán algunos. Maite, aquello fue una locura. Una auténtica locura.

Llegué a casa por la tarde, había que estudiar para un examen el lunes. No, no fui a las manifestaciones. Iba a estar el fin de semana fuera porque teníamos la etapa del Camino de Santiago Salas-Tineo-Pola de Allande, así que había que estudiar esa tarde de viernes. Llovía… Era un examen de economía, tenía los apuntes delante de mí mientras la tele estaba encendida. Aún recuerdo aquellos esquemas, aún recuerdo tratar de prestarles atención mientras en la tele se veían los trenes reventados tras las explosiones. Ventanas y cristales rotos, asientos vacíos. La policía, los bomberos y los médicos haciendo lo que podían.

Y entonces me levanté, cogí un disco de la estantería y seleccioné una canción.

Y mientras intentaba gritar Born in the USA con Bruce Springsteen, trataba de escapar del dolor que sentía por dentro. Por aquel entonces aún no había traducido la letra de esa canción, pero yo sabía que semejante grito tenía que ayudar. Y delante del televisor, me eché a llorar…

Llorar es lo único que se puede hacer cuando ya no se puede hacer nada.

Y mientras lloraba, me preguntaba cómo era posible sentir tanto dolor, cómo era posible semejante barbaridad, cómo era posible que me hubieran llamado fascista aquella misma mañana, cómo eran posibles aquellas cifras de muertos y heridos. Me preguntaba tantas cosas que con cada lágrima que derramé aquella tarde firmé conmigo mismo un juramento ineludible.

Me juré no olvidar jamás lo ocurrido. Me juré recordar cada instante, cada detalle, por pequeño que fuera. Me juré guardar para siempre el recuerdo de la angustia que sentí en aquellos horrorosos días. Me juré que no permitiría que me manipularan como trataron de hacerlo.

“A mí me da igual, a mí sólo me importa que ya no gobierna la derecha”

Traté de hacerme consciente de las 192 vidas humanas que se nos fueron esa mañana. Empaticé con el dolor hasta donde nunca pensé que podría llegar a empatizar.

Y no fui yo quien hizo ese pacto. Fueron las lágrimas rodando por la piel de mi cara las que me hicieron jurar todas esas cosas. Fueron esas lágrimas las que me empujaron a escribir en los días siguientes cosas como “Quien lo haya hecho no merece vivir en paz, quien sea, de ETA o de Al-Qaeda”.

Hoy vuelve a ser jueves, 11 de marzo.

Hoy no todos hemos ido a trabajar. Hay 192 personas que siguen sin saber quién puso fin a su vida indiscriminada e injustamente.

Vuelve a ser 11 de marzo, Maite.

Seis años después… el juramento permanece imborrable en mi memoria.”

7 de marzo de 2010

Trenes.

Domingo, 7 de marzo.

Ya lo colgué en facebook así que tampoco tiene mucho sentido que deje para más tarde lo que puedo publicar ahora en el blog. Un poco antes de tiempo, pero para rendir homenaje a los que ya no están no hace falta que sea un día determinado.

Espero que os guste.

15 de diciembre de 2009

De mentiras y dolor…

La guerra de Irak fue legal y la del Golfo ilegal, según el Gobierno Zapatero

Nos debéis 192 vidas y 1900 heridos.

Unos por causarlas y otros por disputároslas. Los terroristas, por los atentados. El socialismo, por su mentira.

Sois un Gobierno deshonesto porque le disteis la espalda a la sangre gracias a la cual estáis donde estáis.

Sois un Gobierno traidor desde el 11 de marzo de 2004 a las 7:39 de la mañana, porque envenenasteis nuestra vida con mentiras. Vosotros fuisteis los responsables del veneno porque avalasteis las mentiras que se escucharon en los medios de comunicación aquellos días.

Ni siquiera merecéis ningún respeto por los errores de Aznar del 11 al 14 de marzo de 2004; ni siquiera vosotros, con los medios de comunicación a vuestro favor, fuisteis capaces de decirnos la verdad.

Sois un Gobierno mentiroso porque os pusisteis al lado de los que gritaban que la guerra de Irak era ilegal. Y luego firmasteis que era legal, sin ningún tipo de rubor.

Sois un Gobierno tramposo, que dijo estar a nuestro lado y sacó a la calle a la gente a bramar barbaridades; después os olvidasteis de los que lloraban porque llegasteis adonde están los que ríen: en el poder.

Pero somos nosotros quienes tenemos los muertos, las lágrimas, el dolor. Nosotros sufrimos las mentiras, las injurias, las infamias y las difamaciones.

192 muertos por la guerra de Irak”, decíais. Eso, cuando pasó el 14 de marzo de 2004, os dejó de importar.

A mí me siguió importando.

Han pasado 2132 días desde el 11 de marzo de 2004. Y vosotros, Gobierno deshonesto, traidor, tramposo y mentiroso, nos seguís debiendo 192 vidas inocentes.

1 de junio de 2009

MUY HISTORIA, nº 23 / 2009

“Las 50 fechas de España”
Y la última es para el 11 de marzo de 2004

Hay un artículo muy interesante en este número y es el que cita las conclusiones de una serie de expertos en Historia de España a quienes se ha preguntado por las fechas más significativas de la historia de nuestro país.

De las 50 fechas más señaladas hay un podio formado por cinco, que son:

- 12 de octubre de 1492: Descubrimiento de América
- Agosto 218 a.C: Entrada de los romanos en la Península Ibérica
- 19 de julio de 711: Batalla de Guadalete, comienzo de la invasión islámica
- 18 de julio de 1936: Levantamiento militar contra la Segunda República
- 6 de diciembre de 1978: Aprobación por referéndum de la Constitución Española

A este podio le acompañan 45 días importantes más que han marcado, de algún modo y según la opinión de estos expertos, nuestra historia.

Un dato relevante, que es el que por encima de todo lo demás quiero resaltar para este artículo, es que esta pequeña biografía de la historia de España termina –de momento- en una aciaga jornada: la del 11 de marzo de 2004. ¿Cuál fue mi sorpresa cuando abrí la revista y descubrí que mi opinión al respecto coincide con la de estos expertos? Ninguna, pues realmente pienso: ¿ha habido día más importante en nuestra vida desde entonces? ¿Ha ocurrido algo de más trascendencia que la de los atentados de aquella mañana? Lo sorprendente sería que, o bien no estuviera esta jornada entre las más importantes para la historia, o bien figurara en otro lugar que no fuera el último; creo que desde entonces en nuestro país no ha ocurrido nada más importante que los atentados del 11 de marzo como para ser incluido en un lote de 50 fechas trascendentales. Tal vez no sólo por la dimensión del atentado y el grado de drama que alcanzó en aquel momento; sino por el devenir de los acontecimientos en España desde entonces, devenir que aún hoy se encuentra condicionado por tan triste suceso.

El artículo termina así:

Finaliza nuestro calendario en el siglo XXI, con el atentado de Al-Qaeda en Madrid. Es una triste fecha que, sin embargo, demostró la personalidad y madurez de la España actual, muy alejada de aquella balbuceante Península de hace 3.000 años.

Lo primero, destacar la inexactitud de referirse a Al-Qaeda como responsable de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid; sí, hay una serie de condenados como responsables de estos atentados (amén de una marea de absoluciones y “apariciones” repentinas en cárceles de Marruecos de terroristas a quienes se daba por muertos en Iraq), pero los atentados del 11-M no se atribuyen, en su Sentencia, Al-Qaeda.

Y lo segundo y lo que más me ha llamado la atención: ¿qué personalidad y madurez mostró España no sólo en aquel momento sino desde entonces? Porque yo me pregunto: ¿dónde está la personalidad de una sociedad que se deja manipular tan vilmente por los políticos y por algunos medios de comunicación para convertirse en una marioneta que, en lugar de respetar el silencio y el luto por los muertos, sale a berrear consignas políticas en medio de un caos humano, de un esperpento político y de una catástrofe terrorista? ¿Dónde está la madurez de una sociedad que experimenta más alegría y sosiego por la satisfacción electoral, que dolor y tristeza por la pérdida injusta de vidas humanas? ¿Dónde está la madurez de una clase política que se olvidó de buscar la verdad sobre los atentados?

Sí, el 11 de marzo de 2004 es la última –hasta el día de hoy- de las fechas que cambiaron la Historia de España. Desgraciadamente yo lo veo como un día en el cual el comportamiento de nuestra sociedad debería ser motivo de reflexión, más que motivo de orgullo.

Porque hablar de personalidad y madurez para referirse a la sociedad española los días 11, 12, 13 y 14 de marzo, me parece, salvo excepción, mucho decir.

28 de mayo de 2009

Retrato de un milagro

Hace cinco años, dos meses y diecisiete días tuvo lugar en España el peor atentado terrorista de nuestra Historia. Tiempo que ha dado mucho de sí, en el que ha habido momentos para todo; para llorar, para gritar, para insultar, para echar de menos, para homenajear, para recordar, y para olvidar. ¿Todos olvidamos? No, nadie olvida –o eso espero- por más que la clase política instalada en la cobardía del sillón se empeñe en intentar conseguir que olvidemos.
En cuanto uno pierde el hábito de dedicarse a escribir continuamente de lo mismo empieza a dejarse en el tintero cosas de las que debería haber hablado hace tiempo. Por ello debo decir que esta semana salió a la venta el libro Tytadine, en el que el perito Antonio Iglesias recoge todos los detalles de su re-análisis a las muestras de explosivo que se conservan de los atentados del 11-M. No sé qué o quién habrá movido la voluntad de este hombre pero desde luego la sociedad española debería estarle eternamente agradecido por las conclusiones que ha obtenido.
El Mundo, edición impresa, miércoles 20 de septiembre de 2006

Es evidente que cinco años después las muestras de explosivo se habrán deteriorado y habrán perdido muchas de las características que deberían tener. Pero Antonio Iglesias recoge en su informe que las directrices por las que la Sentencia leída por Javier Gómez Bermúdez al final del Juicio del 11-M en su momento eran falsas; todos los detalles de dicha sentencia se sustentaban sobre el pilar de que lo que había estallado en los trenes era Goma 2-ECO, cuando resulta que en análisis periciales habían aparecido restos de otros explosivos, e incluso (¡!) restos de cartuchos de explosivo de los TEDAX.

El Mundo, edición impresa, lunes 11 de mayo de 2009

Son tan importantes los detalles que saca a la luz el valiente perito Antonio Iglesias como que ya no es un periodista con un más que previsible interés económico o electoral el que lo dice, sino un químico de profesión el que señala las incongruencias de los análisis de explosivo y –por tanto- lo erróneo de la Sentencia en lo que, por lo menos, a esto se refiere. Lo cual de por sí es merecedor de reconocimiento.

El Mundo, edición impresa, martes 12 de mayo de 2009

¿La importancia está en que no fuera Goma 2-ECO lo que explotara en los trenes? No. Ni eso, ni nada, nos devolverá las 192 vidas que nos arrebataron aquella mañana.

Lo importante es que a alguien le interesaba dirigir los análisis hacia la conclusión de la presencia de la Goma 2-ECO (¿por qué?) y a alguien le interesaba la desaparición de las pruebas que pudieran dirigir los pasos de los peritos hacia otras conclusiones (¿por qué?) Como ya dije otro día, el debate hace mucho que dejó de estar en si ETA había participado en los atentados o no; si eso fue o no fue se sabrá cuando la verdad del 11-M salga a la luz y arrastre en el camino a todas las mentiras y los mentirosos que hay en torno a aquel día; el punto central debe estar, para mí, en la razón de todas las incongruencias que se cometieron en los protocolos de recogida, conservación y manipulación de muestras de explosivo, de restos de trenes, etc.

El Mundo, edición impresa, lunes 18 de mayo de 2009

¿A qué viene el título de la entrada de hoy si no he hablado de milagros –más bien lo contrario-? A que todos sabíamos que los restos de los trenes fueron destruidos en apenas días, siquiera semanas, después de las explosiones de Madrid; todos lo sabíamos… pero ahora está recogido en un informe elaborado para LibertadDigital por Carlos Sánchez de Roda: Se ignora el paradero de 90 toneladas de restos de los trenes del 11-M.

Desde luego, el que fue capaz de hacer desaparecer tal cantidad de material obró un auténtico milagro.

Otro día se lo dedico a un artículo que he leído en el número que está actualmente a la venta de MUY Historia, sobre el 11-M. ¿Sabéis que el 11 de marzo de 2004 es la fecha que el grupo de expertos consultados por esta revista señala como la última, hasta ahora, más significativa de nuestra Historia entre un total de 50 fechas más?

13 de mayo de 2009

Las teorías del 11-M, que Elvis sigue vivo y que el hombre no llegó a la Luna

"Si se ha pasado desde que perdió las elecciones tratando de justificar en las cosas más insólitas, como las teorías del 11-M que abrazó durante un tiempo, su derrota electoral. Esas teorías que afortunadamente el tiempo ha puesto a cada uno en su sitio. También es verdad que habrá gente que siga pensando en las cosas más abobinables (sic) que se dijeron y formularon sobre el 11-M, igual que todavía hay gente que piensa que Elvis Presley vive o que hay gente que no cree que el hombre llegó a la luna"

José Luis Rodríguez Zapatero, a Mariano Rajoy en la sesión de Debate sobre el Estado de la Nación

12 de mayo de 2009

Seguimos callados.

Pinchan, pinchan y vuelven a pinchar, y ¿cuál es la reacción? La reacción es la pasividad, la tranquilidad, la armonía absoluta de todos los elementos. Mi vida sigue y yo también, o “pedalea que algo queda” mirando hacia adelante con la mínima intención de detenernos. Arrojo ciego en una embestida como la del caballo de combate que se dirige al enemigo sin que su amo le permita ver nada. Pero no hay alguien que nos cierre los ojos; no, en nuestro caso, los cerramos nosotros mismos.

¿Qué teorías, miserable Presidente? ¿Esas que hablan cada día más alto señalando que nos faltan muchas cosas por saber sobre el 11-M? ¿Esas teorías, como las del perito Antonio Iglesias publicada hace muy poco, que indican errores en las conclusiones de los atentados? ¿Tiene usted tan poca vergüenza de hacer mención a esas teorías como si fueran equivocadas, cuando un científico las ha refutado tras un año analizando las muestras de explosivos? Si lo que no sé es de qué demonios me sorprendo cuando ya fue capaz de hacernos creer que España iba a ser Campeona de la Champions League de Economía.

Y Rajoy, con su silencio, certifica nuestra postura. Adelante caballero, no mires atrás, ni a un lado, que lo que importa no es el ahora sino lo que ya vendrá después; Mariano tú a ganar las elecciones que eso sí nos interesa. ¿Habría sido responder a una provocación si hubiera hecho mención a la desfachatez de Zapatero en referencia al 11-M? Sí, si no fuera porque desde hace dos días tenemos motivos de peso para sospechar más que nunca de la NULA fiabilidad del sumario y de las conclusiones del juicio del 11-M; en definitiva, que Rajoy tenía argumentos de sobra para mandar a freír melocotones a nuestro Presidente, pero no fue capaz ni cuando dispuso de pruebas evidentes. No es nada nuevo, de todos modos.

Ni las palabras de un perito sirven para contestar a las gracias de Zapatero sobre el peor atentado de nuestra Historia. No sé qué es peor, si la aparente inutilidad de las palabras de un perito tras un año de trabajo, si la incapacidad de un partido de la oposición para plantar cara a esos chistes, o nuestra parsimonia ante tal escaparate de despropósitos.

Mañana el sol vuelve a salir pero juro que hay cosas que jamás llegaré a entender.

11 de mayo de 2009

En memoria de…

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Monumento en memoria de las víctimas del terrorismo, en Oviedo

Puesto que a nuestra clase política parece no interesarle ya homenajear como es debido y como cualquier sociedad civilizada debería hacer con sus víctimas, me he decidido a abrir una nueva serie de artículos bajo el tema “En recuerdo del 11 de marzo de 2004”. A veces serán artículos que hablen de mis sentimientos, otras veces hablarán de mis opiniones –políticas o sociales-, y siempre tendrán algo que ver con los atentados del 11 de marzo de 2004, su recuerdo y la revisión de todo lo acaecido desde tan triste día.

Ahora que estamos inmersos en una seria crisis económica –¿sólo económica? ¿se trata “tan sólo” de una crisis que causa problemas económicos y que tiene su origen en las instituciones financieras, o hay algo más?- y que la gripe porcina ha levantado las alarmas de la Organización Mundial de la Salud ante el riesgo de una pandemia de proporciones mundiales, ¿procede que me dedique yo a recordar un día que va quedando cada vez más lejano?

Sí, procede. No va a ser una línea continua, claro está. Pero procede y lo veo necesario para que esa voz que a veces oigo, y que me dice que el asunto huele mal y que en cierto modo “estorba” a determinados políticos, no se calle nunca. El 11-M es un caso sin resolver; probablemente seguir dándole vueltas como hago no valga para nada, pero no olvidar un caso humillante en las formas (vergonzosa la Comisión de Investigación, convertida en un “y tú más” político, y lamentable la sentencia del juicio, que deja abierta la puerta del autor intelectual –¿nadie “ideó” esos atentados, no?-) y ofensivo en el fondo (por cómo la verdad del 11-M interesó durante tres días, tiempo suficiente para hacer una composición de lugar falsa elaborada sobre una mentira) me parece necesario por si acaso, algún día y por casualidad, la vida da un giro inesperado. Son demasiadas mentiras y contradicciones en torno a unos atentados, como para tolerar que “sirva” con el ridículo minuto de silencio que se guardó para contentar a la galería, el pasado 11 de marzo cuando se cumplió el quinto aniversario de la tragedia.

No podemos olvidar lo inolvidable. Sería injusto para las víctimas y sería vivir en una mentira, algo a lo que pienso negarme mientras tenga voz para hablar.

Hoy es día 11 de mayo de 2009, y llevamos cinco años y dos meses engañados.

ACTUALIZO (un par de horas más tarde de publicar la entrada): leo en LibertadDigital.com el siguiente titular: El explosivo de uno de los focos del 11-M coincide con el Titadyn interceptado a ETA en Cañaveras. Tan sólo se trata de la prueba de cuánto merece la pena haber publicado el primer artículo de esta serie.

ACTUALIZO (ocho horas más tarde de haber publicado la entrada): el artículo de opinión de Gabriel Moris no tiene desperdicio: Los explosivos de los trenes de cercanías. La noticia de la aparición de Titadyn en algunas muestras extraídas de los explosivos de los trenes del 11-M es importantísima constituye un pasito más para esclarecer los hechos. Lo digo por quienes afirmaron que estaba tan claro y tan evidente que no había habido Titadyn en los explosivos del 11-M; por quienes afirmaron que el explosivo estaba aclarado y que el 11-M era un tema zanjado; está claro que no es ni mucho menos el momento de pasar página y esperemos que se siga tirando de este hilo del explosivo para continuar adelante.

La discusión no es tanto si ETA y su furgoneta de Cañaveras están relacionados con el 11-M o no. La discusión está en que se pusieron todo tipo de trabas en la investigación. La discusión debe tener el objetivo de encontrar a los responsables de esas trabas; el motivo de esas trabas; y por supuesto, averiguar toda la verdad que nos falta sobre los atentados.