Al fin terminó la Copa del Mundo de fútbol Alemania ’06, con Italia como reina indiscutible del “planeta fútbol”. Ayer se decidió dicho título (por fin) después de un maratón de partidos que tardará cuatro años en volver a repetirse. Italia se proclamó campeona del mundo por cuarta vez en su historia, frente a una selección francesa que contaba con la experiencia de sus jugadores, muchos de los cuales tomaron parte de la selección que ganó el mundial de 1998 frente a Brasil. Sin embargo, tras los noventa minutos de partido y una prórroga que dejaron el marcador 1-1 (goles de Zidane de penalti en el minuto 7 para Francia, y de Materazzi de remate en el minuto 19 para Italia), el Campeonato se decidió en los penaltis, para que el título se fuera a tierras italianas.
Ayer, además, el fútbol le dijo “au revoir” a Zinedine Zidane, el cual pensaba retirarse tras este torneo, y así lo hará. Uno de los mejores jugadores del mundo y de la historia, que ayer marcó el único gol de su equipo en la final, no abandonó el estadio a hombros de su equipo, como cabía esperarse en caso de victoria francesa. Ni siquiera salió como héroe que jugó un gran partido a pesar de que Francia no ganó. No. En el partido de la despedida, al final, después de tantas cosas que seguramente ha vivido sobre el césped de un campo de fútbol, Zidane dejó el partido sin acabar. Una acción inexcusable e inexplicable sobre Materazzi, le propició una tarjeta roja directa que puso un final inesperado a la trayectoria de uno de los jugadores con mejor técnica que ha conocido el fútbol. El partido que podría haber sido el que pasara a la historia del fútbol francés como la noche en la que el astro galo le dio a su país su segundo mundial en su última noche como jugador profesional en activo, quedó en un partido que pasará al recuerdo de muchos como el día en el que Zidane fue incapaz de frenar su conocido “cruzado de cables” y se despidió ante todos en el minuto 110 de la final de la Copa del Mundo 2006.
Ayer, además, el fútbol le dijo “au revoir” a Zinedine Zidane, el cual pensaba retirarse tras este torneo, y así lo hará. Uno de los mejores jugadores del mundo y de la historia, que ayer marcó el único gol de su equipo en la final, no abandonó el estadio a hombros de su equipo, como cabía esperarse en caso de victoria francesa. Ni siquiera salió como héroe que jugó un gran partido a pesar de que Francia no ganó. No. En el partido de la despedida, al final, después de tantas cosas que seguramente ha vivido sobre el césped de un campo de fútbol, Zidane dejó el partido sin acabar. Una acción inexcusable e inexplicable sobre Materazzi, le propició una tarjeta roja directa que puso un final inesperado a la trayectoria de uno de los jugadores con mejor técnica que ha conocido el fútbol. El partido que podría haber sido el que pasara a la historia del fútbol francés como la noche en la que el astro galo le dio a su país su segundo mundial en su última noche como jugador profesional en activo, quedó en un partido que pasará al recuerdo de muchos como el día en el que Zidane fue incapaz de frenar su conocido “cruzado de cables” y se despidió ante todos en el minuto 110 de la final de la Copa del Mundo 2006.
Italia es campeona, Francia es subcampeona, Alemania quedó tercera, a España (suena a broma) le dieron (como por consolación) el premio al juego limpio (porque otra cosa no podemos ganar, en fútbol claro), y Zidane se fue del fútbol como dejando su carrera sin terminar. Contrastes del fútbol. Son cosas que pasan.
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