Los nervios, el estrés, los cabreos, las preocupaciones. Siempre decimos que hay que disfrutar, que no hay que tomarse la vida demasiado en serio, que no hay nada verdaderamente importante... pero todos los propósitos se desvanecen en el remolino de la rutina y el día a día. Lo más triste es que nuestro orgullo, nuestra autoestima, nuestros pensamientos, por mucho que nos hagan pensar que podemos afrontar cualquier cosa... no podemos.
Hay cosas para las que nunca se está preparado.
"El sosiego de los que se han ido no suaviza el desconsuelo de los que se quedan"
Y a los que nos quedamos nos queda como única alternativa el continuar con lo que hacemos día a día; porque el mundo no se para ni espera por nadie. Aunque haya veces que deseemos con todas nuestras fuerzas que, sólo por un segundo, alguien nos dé un respiro.
Y los nervios, el estrés, los cabreos y las preocupaciones, con todo lo demás. Ahí quedan. Reposando, en paz, en la tranquilidad del descanso eterno que sigue a este tormentoso torbellino que es la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario