Querida Maite:
Se acerca la Navidad, mañana es tercer domingo de Adviento. Ya le hice fotos al Belén, pero aún no hice ninguna para enviar a la gente, a ver si encuentro un hueco que últimamente ando muy liado. Mi jefe, que se pone pesado con la sección que abrimos en septiembre y me aprieta las tuercas.
Se acerca también el final del 2009. Pero aún queda tiempo para una reflexión más profunda sobre el año que se va. Supongo que tú estarás ya pensando más en Ginebra y el Máster que en estas navidades, pero aun así me gustaría que las disfrutaras. Mañana te voy a dar esta carta y te vas a quedar flipando, ¡¿para qué demonios escribe alguien una carta para otra persona a la que ve una vez cada semana como mínimo?!
Pues porque las cosas salen más claras por escrito. Uno no se lía, no sufre las interrupciones del resto, se siente plenamente escuchado por uno mismo.
La gente no sabe escuchar, Maite. Las personas no saben escuchar al resto ni a sí mismas. Y no saben entender. Ayer vino Pedro a hablar conmigo, de lo que teníamos que organizar. Estuvimos hablando una hora y media… mentira, estuvo hablando cerca de una hora y media. Al final del rollo que me soltó se me ocurrió decirle lo que pensaba y me llevé un revés considerable.
Se acerca el momento de elegir y creo que sé cuál es la decisión. Son muchos años, pero… se acerca el momento. Y no creas que no me da rabia, pero tal y como están las cosas hay que elegir lo que más me convenga. O por lo menos, aquello que no me suponga dedicar más tiempo del que puedo abarcar. Tú me entenderás, estoy seguro de ello.
Hablamos Maite, cuídate mucho.
Un beso.
Y yo también.
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