12 de julio de 2010

Una simple cuestión de identidad

La finalización del período de prórroga ponía a cien a nuestros corazones ante la perspectiva de jugarse una final que merecíamos ganar de antemano a penaltis. El partido, en el que los holandeses salieron a jugar a patada tras patada (que el árbitro, inexplicablemente, no quiso castigar; es lamentable que a estas alturas de la vida un equipo salga a disputar una final de mundial tal como salió Holanda... y que el árbitro no imponga sanciones más duras contra algunos tipos de entrada; pero se han visto tantas cosas en este mundial... el señor Blatter debe sentirse orgulloso) fue dominado en muchos momentos por España. Y faltaba lo mismo que ha faltado en los partidos de España en este mundial: tiros a puerta.

Pero cercano el final del partido, cerca del final de la prórroga, cuando las gargantas de los presentes frente a las pantallas gigantes instaladas a lo largo de la madrileña Castellana no podían gritar más (o eso pensaban), llegó un balón a las piernas de Iniesta. Todo ocurrió a cámara lenta, volvió a haber el mismo período de milésimas de segundo en que aún no se quiere gritar por si acaso... el bueno de Andrés controló como pudo el balón que le llegó y disparó con toda la fuerza de sus piernas y con la que le dimos todos los españoles que ayer no nos quisimos perder una final futbolera histórica. El balón atravesó los escasos metros que lo separaban de la portería y el portero no pudo evitar que se estrellara como un obús en la red holandesa. Era el gol de la justicia. Justo es que cuando he criticado a la Selección Española de Fútbol por no jugar a nada... reconozca que en esta ocasión, como en 2008, merecían ser Campeones.

Era el éxtasis, se acercaban las once de la noche y fue imposible ver bien el final del partido. La euforia se desataba, los abrazos entre los allí presentes se sucedían, compartiendo la alegría de ver que había merecido la pena gritar, saltar, sudar y sonreír durante dos horas y media. Fue una ocasión histórica, un momento que nunca olvidaré.

Y viendo el comportamiento posterior de la gente, paseando como nunca había visto miles de banderas de España por las calles, sólo puedo añadir que, al final, todo esto viene a demostrar que la gente necesita sentirse identificada con algo más grande que uno mismo. Viendo que 200.000 chiflados se apelotonan frente a una pantalla gigante llevando la misma bandera para dar voces, entiendo que necesitamos una identidad, por mucho que nos quieran convencer de que eso está pasado de moda.

Esa identidad existe... esa identidad es nuestra y nos pertenece. Ayer era palpable en cada rincón de Madrid, en cada rincón de cada ciudad española, en cada rincón del mundo en que algún español se paró frente al televisor para ver qué hacía su equipo. 

Esa identidad se llama España. No la destruyamos con la apatía y las diferencias políticas. Me despido felicitando a los jugadores por el bienio dorado que nos han regalado... y con las palabras del entrenador Vicente del Bosque que aparecían en la portada de El Mundo ayer:

"Ojalá la unión que hay entre los jugadores de la Selección fuera extensible a todo el país"

... y ahora, en silencio una semana que no tengo cuerdas vocales para más!
Próximamente colgaré vídeos y fotos.

3 comentarios:

  1. Yo soy española todo el año, no solo cuando juega la seleccion :)

    ResponderEliminar
  2. Yo soy española todo el año, no solo cuando juega la seleccion :)

    ResponderEliminar
  3. que bueno Pichu, me ha encantado el final. Tienes toda la razón del mundo, porque parece que sino es por el deporte, da vergüenza llevar la bandera por ahí. Dí que sí, muy chulo el texto, repito que me ha encantado :)

    un abrazo!!

    J.carlos

    ResponderEliminar