El Partido Republicano gana la elección al Senado en Massachusetts (Noticia EFE, Libertad Digital)
¿Qué implicaciones tiene la victoria de Scott Brown sobre la demócrata Martha Coakley en la elección senatorial de Massachusetts? Supone un revés importante para la presidencia de Obama, y provoca la pérdida de mayoría demócrata en la Cámara del Senado norteamericano.
Pero lejos de hacer un análisis minucioso sobre las consecuencias políticas -que las tiene- del resultado de estas elecciones, me centraré en el trasfondo de la cuestión. (Se pueden leer varias opiniones y visiones sobre la victoria de Scott Brown, en elmundo.es, en elpais.es, y un interesante artículo de Norman Birbaum en la sección "Tribuna" de El País: Tres Obamas y un año presidencial)
¿Cuál es el trasfondo al que quiero llegar? La victoria de Obama en noviembre de 2008 suponía la materialización de las esperanzas de muchísima gente y muchísimos colectivos en Estados Unidos y en el resto del mundo; desde Europa los medios de comunicación entonaban el "Aleluya" para celebrar la marcha de George Bush. Por fin venía la esperanza. Por fin venía la paz. Y tenía un nombre: Barack Obama.
Barack Obama, sin embargo, venció pero aún no convenció del todo ni a sus ciudadanos ni a todos los colectivos sobre los que había despertado tantas esperanzas. Aunque Norman Birbaum destaca que Obama ha gestionado bien el conflicto Israel-Palestino-Iraní evitando una catástrofe total en estos territorios (por citar un ejemplo) lo cierto es que la estrategia y el tono de Obama desde que llegó al poder difieren más bien poco de las de su antecesor: después de ser vergonzosamente nombrado Premio Nobel de la Paz (¿?) su discurso al recibirlo, entonando aquello de "la necesidad de luchar contra el terror" recuerdan mucho a Bush, a quienes odiamos por la guerra, y reflejan muy poco su supuesto espíritu pacifista. La esperanza de paz no es Barack Obama. Y no lo será.
Pero además, aunque su gestión de la crisis ha impedido la quiebra de Estados Unidos, las reformas que pretende aplicar no están encontrando el respaldo necesario. Y a mí, personalmente, ni me va ni me viene salvo por aquello de que la nación más fuerte del mundo no se vaya a pique, pero después de la esperanza y las expectativas de salir adelante con las que llegó al cargo, Obama no ha encontrado un camino por el que poder materializarlas. Una esperanza que no se materializa no es más que una ilusión.
Las ilusiones, en política, son sinónimos de fraude. Y Obama, al que se le termina el tiempo minuto a minuto, está más cerca de convertirse en un fraude que de lograr pasar a la historia como uno de los mejores presidentes de la historia de Estados Unidos.
Pero lejos de hacer un análisis minucioso sobre las consecuencias políticas -que las tiene- del resultado de estas elecciones, me centraré en el trasfondo de la cuestión. (Se pueden leer varias opiniones y visiones sobre la victoria de Scott Brown, en elmundo.es, en elpais.es, y un interesante artículo de Norman Birbaum en la sección "Tribuna" de El País: Tres Obamas y un año presidencial)
¿Cuál es el trasfondo al que quiero llegar? La victoria de Obama en noviembre de 2008 suponía la materialización de las esperanzas de muchísima gente y muchísimos colectivos en Estados Unidos y en el resto del mundo; desde Europa los medios de comunicación entonaban el "Aleluya" para celebrar la marcha de George Bush. Por fin venía la esperanza. Por fin venía la paz. Y tenía un nombre: Barack Obama.
Barack Obama, sin embargo, venció pero aún no convenció del todo ni a sus ciudadanos ni a todos los colectivos sobre los que había despertado tantas esperanzas. Aunque Norman Birbaum destaca que Obama ha gestionado bien el conflicto Israel-Palestino-Iraní evitando una catástrofe total en estos territorios (por citar un ejemplo) lo cierto es que la estrategia y el tono de Obama desde que llegó al poder difieren más bien poco de las de su antecesor: después de ser vergonzosamente nombrado Premio Nobel de la Paz (¿?) su discurso al recibirlo, entonando aquello de "la necesidad de luchar contra el terror" recuerdan mucho a Bush, a quienes odiamos por la guerra, y reflejan muy poco su supuesto espíritu pacifista. La esperanza de paz no es Barack Obama. Y no lo será.
Pero además, aunque su gestión de la crisis ha impedido la quiebra de Estados Unidos, las reformas que pretende aplicar no están encontrando el respaldo necesario. Y a mí, personalmente, ni me va ni me viene salvo por aquello de que la nación más fuerte del mundo no se vaya a pique, pero después de la esperanza y las expectativas de salir adelante con las que llegó al cargo, Obama no ha encontrado un camino por el que poder materializarlas. Una esperanza que no se materializa no es más que una ilusión.
Las ilusiones, en política, son sinónimos de fraude. Y Obama, al que se le termina el tiempo minuto a minuto, está más cerca de convertirse en un fraude que de lograr pasar a la historia como uno de los mejores presidentes de la historia de Estados Unidos.
Pido disculpas porque el texto no está en formato justificado. Me encuentro en la universidad
y he actualizado a través del correo electrónico.
¡Disculpen las molestias!
y he actualizado a través del correo electrónico.
¡Disculpen las molestias!
Disculpado estas..pues no tenia ni idea, en las noticias no han dicho nada...
ResponderEliminarcomo siempre un placer leerte=)