26 de abril de 2010

De Internet y las redes sociales…

El otro día tenía lugar a través del messenger (muy propio, acorde con el título de esta entrada) una conversación con un viejo amigo sobre las redes sociales, el intercambio de información en Internet y el control de la red de redes en general. Una conversación cargada de inquietudes y de detalles que reflejan un poco la manera que tienen dos personas de vivir su "presencia" en la red.

La casualidad hace que, además, esta conversación tuviera lugar con el cuarto aniversario de este humilde rincón a la vuelta de la esquina. El cambio que significó para mí "estar online" de repente es difícil de determinar; en su momento tal vez no significara nada pero cuando miro atrás creo firmemente que este blog se ha convertido en un fiel reflejo de mi evolución personal a través de toda la carrera universitaria.

La conclusión que extraigo, aunque lo más correcto no sea empezar por el final, es que los dos estamos de acuerdo (y si no, que me corrija... ¡que para eso hay una pestaña de comentarios!) en decir que las redes sociales entrañan un cierto riesgo de que los administradores hagan un tratamiento indebido, inadecuado e indirectamente no autorizado de nuestra información personal.

Es necesario tener en cuenta que todo lo que colgamos en Internet pasa inmediatamente a estar en disposición de cualquier persona que esté en cualquier lugar del mundo conectada desde cualquier ordenador. Debemos tener en cuenta que la persona que accede a lo que hemos colgado en Internet va a estar, en cierto modo, en disposición de una información que, a priori, puede utilizar de cualquier manera y para cualquier fin. Hay leyes que protegen los derechos de autor, y también y más importante, hay leyes que nos protegen frente al trato inadecuado de nuestros datos personales... a priori; a efectos prácticos lo más lógico es ser consciente de que toda precaución es poca pues no sabemos quién está al otro lado ni qué es lo que quiere hacer. Esa es, al menos, mi visión personal con mi breve experiencia online.

El número de usuarios de las redes sociales, desde la que se lleva la palma como el facebook, pasando por una de ámbito nacional como es el tuenti, hasta aquellas que cada día tienen más relevancia como el twitter (y eso, sin analizar las redes sociales de temas específicos como redes de contactos, redes de profesionales de determinados sectores, redes temáticas...) es tal, que debe dar respeto.  Y a la vez, atrae. Atrae, porque en facebook podemos encontrar hasta el paisano de la esquina que vendía palotes de fresa hace 15 años. Pero debe dar cierto respeto porque se trata de plataformas que nos dan pie a contar nuestra vida en verso con pelos y señales... debe dar respeto una plataforma que facilita que los usuarios de la misma sepan más de nuestra vida que, en casos extremos, nuestros propios amigos o nuestra propia familia.

¿Qué peligros entrañan estas redes sociales? Pues se pueden encontrar en cualquier guía decente de usuarios de internet, o se puede escuchar a cualquier persona precavida y conocedora de la red, así que no me voy a poner a enumerarlos. Pero como en el mundo real, es necesario caminar con precaución para no meternos en problemas. En nuestro círculo de amigos, las fotos del sábado por la noche no hacen daño a nadie; en un círculo de 400 millones de personas, las consecuencias de una imagen no sabemos, directamente, cuáles pueden ser. Por eso, y ante todo, precaución.

¿Pero por qué tanta chapa sobre la atención a lo que colgamos en Internet... y especialmente, en las redes sociales? Pues porque mi querido interlocutor me contaba cómo, en la Declaración de derechos y responsabilidades que uno "firma" al hacerse usuario de facebook, había desaparecido el apartado según el cuál los administradores de esta red social se comprometían a no compartir información de carácter personal con terceros. Y que alguien venga a decirme que eso no le da reparo... porque lo da.

Pero eso, de por sí, no es peligroso. Nadie nos obliga a hacernos usuarios de facebook. En caso de pasar a formar parte de esta o de otras redes sociales, nadie nos obliga a dar demasiados detalles de nuestra vida. Y si los damos, con todas las premisas dictadas anteriormente, los administradores de facebook o cualquier otra red social que han eliminado la promesa de no compartir nuestra información con terceros, dirán: "nadie os ha obligado a firmar lo que pedíamos y nadie os ha obligado a compartir vuestras cosas con nosotros". Y ojo, es importante, cuando uno navega por este tipo de redes sociales, pensar que esa respuesta es lógica; el clásico "estabais advertidos".

Entonces, ¿dónde está el peligro? En que, hasta el momento, se sabía que nuestra información en las redes sociales (la nuestra y la de cualquier usuario) tenía valor; pero nadie se había parado a cuantificarlo. Se sabía, como se ha dicho siempre, que la información tenía un valor y un peso específico (porque de hecho es así), pero no se habían hechos estudios que fuesen capaces de plasmar ese valor en una cifra concreta. Y ahora, esos estudios existen.

En efecto, existen estudios que cuantifican nuestro valor como usuarios en facebook, o el valor de un enlace que un usuario añade en facebook, o el valor que tiene un tweet que un famoso decida colgar en su twitter personal. De repente, facebook no tiene un mero valor por la cantidad de gente que hay en la red social; de pronto, yo, como usuario, tengo un valor plasmado en una cifra monetaria, y como yo, los cuarenta millones de usuarios más que actualmente están utilizando facebook; y de repente, los enlaces que cuelgo en facebook y que antes interesaban para el márketing digital particular de cada empresa, tienen un valor que se escribe en cifras concretas. Ya no sólo es interés informativo y divertimento.

Ahora ya hay dinero de por medio.

¿Y todo ello qué puede implicar? Que a estas horas en algún lugar del mundo, muchas empresas tendrán un departamento o una variante de departamento de márketing dedicado a estudiar cómo hacerse con los derechos de facebook, cómo lograr que nuestro valor como usuarios se incremente para hacerse con los derechos de facebook, o incluso cómo lograr hacerse con la información que circula en facebook. Pensar que esto no es así supone un gran esfuerzo de ignorar cómo se mueve el mundo actualmente (cuando vemos que algo da un paso es que algo más grande ha dado tres pasos antes)

Pensar eso da morbo para todos aquellos amigos de las conspiraciones, pero nos lo podemos (y nos lo debemos) plantear de un modo más sencillo: todo aquello que mueve el dinero alimenta lo más oscuro de nuestra naturaleza. Y la red, que seguramente es el medio de comunicación más grande, libre y variado que el ser humano ha creado nunca, no va a escapar de esa naturaleza. Esa es la razón principal por la que creo que debemos movernos con algo más que enorme cautela cuando damos información personal en Internet: si vale dinero alguien va a querer pujar por ella...

1 comentario:

  1. Excelente entrada!!
    Sin embargo yo matizaría lo de "pasa inmediatamente a estar en disposición de cualquier persona que esté en cualquier lugar del mundo conectada desde cualquier ordenador". No todo lo que publicas en estas redes pasa a estar disponible a todo el mundo, para eso tienes la configuración de privacidad donde puedes seleccionar que solo tus amigos puedan ver tu información. Además, si todo estuviese disponible para TODO el mundo, todos sabríamos de todos. El problema (a mi modo de ver) es que tu seleccionas que solo tus amigos vean esa información, sin embargo, personas de mayor nivel que tu (vease administradores) no son tus amigos y, a pesar de ello, tienen acceso a toda tu información (incluso a tu contraseña), y eso es precisamente lo que les da PODER, acceso a información que no todo el mundo puede poseer. Y es que es eso lo que puede derivar en serios problemas de privacidad si empiezan a comerciar utilizando ese poder.

    PD: En el borrador que me mandaste, había una errata que pensaba que era intencionada: "Por eso, y ante todo, preocaución" Me gustaba ese nuevo término entre precaución y preocupación jejeje

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