… eran las once de la noche. Me puse el chándal y me abrigué para encaminarme a casa de un viejo amigo. ¿Qué motivo puede haber para que uno salga en chándal un jueves a las once de la noche en dirección a casa de un amigo? Podemos hablar de dar apoyo moral o psicológico en momentos de dificultad… ¡o de ver juntos el séptimo partido de la serie de finales de la NBA!
He de reconocer que anoche fue el primer partido de NBA que vi entero y en directo… Así que anoche, o más bien, la pasada madrugada, disfruté viendo el partido Los Angeles Lakers vs Boston Celtics, correspondiente al séptimo y decisorio enfrentamiento de las finales.
El partido fue lo que se puede leer en las múltiples crónicas de los diarios deportivos o de las secciones deportivas de los periódicos.
Yo, más que con una simple crónica de la final de la NBA, prefiero quedarme con ese halo de épica y mito que desprende esta competición en sus fases finales: la presentación, con el himno de Estados Unidos, con los jugadores frente a frente concentrándose antes del partido, con el vídeo de presentación de su equipo que ponen a modo de motivación en una pantalla gigante en el centro de la pista, con su parquet brillante, con sus luces, con sus cheerleaders… Y al final, la intervención de viejas estrellas –incluida la legendaria figura de Magic Johnson-, el discurso del Alto Comisionado David Stern, las palabras de algunos miembros del equipo ganador… Es puro espectáculo.
Si algo tengo claro es que la NBA puede atraernos más o menos pero han establecido un sistema que funciona como un engranaje a la perfección. Y saben venderlo como nadie… ¡vaya si saben!
Al final, Lakers campeones tras un partido tan feo en general como emocionante en los minutos finales. Un espléndido Pau Gasol –enorme el español en los minutos importantes- terminó de despertar a Los Angeles, que lograron colocarse por delante en el marcador mediado el último cuarto –no lo hacían desde la mitad del primero- y una vez ahí aguantaron el tirón bostoniano. No faltaron protagonistas, entre ellos Artest con sus rebotes y Odom con sus tiros exteriores, aunque algunos, como Kobe Bryant por parte local –a excepción de los tiros libres en los que estuvo más acertado-, o Paul Pierce por parte visitante, estuvieron más bien ausentes a lo largo de este encuentro.
Sin embargo, los minutos finales fueron igualados y sendos triples por parte de ambos equipos –¡espléndido Ray Allen desde la esquina! ¡milagroso Rasheed Wallace desde la esquina opuesta y sin apenas tocar el balón! ¡magnífica respuesta de Artest en aro contrario!- nos hicieron levantarnos de nuestros sillones a más de uno. Vujacic tiró los libres más importantes de su carrera hasta el momento y no falló, a pesar del miedo que transmitían sus gestos.
¿Mereció la pena no dormir? ¡Sin duda! Es un espectáculo digno de disfrutar. Eso sí, mejor en buena compañía para poder añadir subtítulos a lo que dicen los comentaristas (“250 focos…”, “corta y pasa bien la cebolla que luego la dejas cruda y ya ves…”, “pero Daimiel, déjame hablar un poquito a mí…”) y amenizar los momentos en los que el partido es más aburrido.
Yo nunca había visto en directo un partido de la final de la NBA entero… hasta anoche :)
Seeeeeeeeee
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