25 de septiembre de 2013

Puesta a punto… cómo arrancar lo “inarrancable”

Esta mañana salí a pasear y me senté un instante en uno de los bancos que hay junto al paseo de la playa. Y pensé. Porque la recién terminada visita a Madrid ha dado lugar a eso, a pensar. En mi futuro, el de los que me rodean, mi familia, mis amigos…

Y en mi país. En lo que pasa en España.

Paseando por la Avenida Ciudad de Barcelona, cruzando el paseo de peatones que une la gran Avenida con las entradas a la estación de Atocha, uno ve pasar un montón de coches, camiones, furgonetas, de todo. Y sobre todo, me llama la atención la inmensa cantidad de taxis que hay. Cuando percibo esa pila de taxis me doy cuenta también de lo diferente que son algunas cosas en mi otra ciudad, en Niza. Allí hay muy pocos taxis, y muy caros.

Luego, si giramos la cabeza vemos un inmenso cubo de cristal. El detalle de estar sucio no le quita peso a la única razón que cuenta para mí desde que lo vi ahí plantado; y es que el monumento a los fallecidos en los atentados del 11 de Marzo de 2004 en Madrid parece más bien un homenaje al reciclaje que otra cosa. En fin, que el que lo diseñó debe dormir muy tranquilo y no seré yo quien venga a quitarle su paz, pero esta idea cruza mi cabeza cada vez que veo su creación y lo que pretende evocar. Estas cosas pasan, supongo.

Si continuamos el trayecto cruzamos una mirada con el hotel Mediodía, que tiene un letrero que parece querer llevarme a una época muy anterior. Siempre que lo veo me imagino una noche lluviosa llegando a Madrid en tren y refugiándome en alguna de sus habitaciones… un dos estrellas primo lejano, tal vez ni siquiera, de los lujosos cinco estrellas que se encuentran más lejos en el Paseo del Prado.

Y a través de la calle de Atocha, nos vamos adentrando en el Madrid de la historia. Una ciudad que despierta ahora de su sueño olímpico, ya sea por todos los que estaban deseando lograr la candidatura, ya sea por quienes no la querían ni en pintura. Una capital que lleva por sus venas lo que también está ocurriendo en otros sitios del país. A pesar de ver a la gente en las terrazas, a pesar del bullicio entre las calles y comercios… no, no se respira la atmósfera que otrora inundara según qué ambientes.

La crisis ya se ha ganado por méritos propios un hueco en la historia del siglo XXI. Cada vez que voy a Madrid y escucho a quienes me explican la situación, me pregunto cómo es posible que esto esté durando tanto, sin remedio aparente. Sorprende la velocidad a la que las cosas empeoraron y la exasperante lentitud para que todo vuelva a su cauce. Es como un río que se ha desbordado… una sangría sin remedio.

Y me cabrea pensar que, después de lo vivido en el siglo XX, continuamos escribiendo la historia con tinta de desgracias y desastres.

Pues eso pensaba hoy. Todos hemos cometido errores, a todos se nos ha ido la cabeza alguna vez y hemos perdido el cuidado que deberíamos tener con según qué detalles, en el trabajo, en la vida… que el análisis de la situación lo hacen mejor los expertos en variables macroeconómicas, vale, pero aun así, a pesar de todo… insisto en que todos hemos metido la pata alguna vez y sin embargo no existe mal que no tenga remedio. Mucho, me cuesta mucho creer que no se va a salir de esta.

Y mientras pronuncio en voz baja la frase anterior, me lanzo esa fina autocrítica que me invita a preguntarme “Y si lo ves tan fácil, ¿por qué no vuelves?”. A lo que reacciono encogiéndome de hombros y pensando que hoy tengo más de una razón para responder, mañana…

Bruce Springsteen–The Promise “I followed that dream just like those guys do up on the screen…”

… mañana, ya veremos.

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