29 de septiembre de 2013

La dignidad perdida… ¿y encontrada?

Leía esta tarde en El Mundo el titular de que las asociaciones de víctimas del terrorismo se plantean por primera vez celebrar conjuntamente el homenaje a los fallecidos en los atentados terroristas de Madrid el 11 de Marzo de 2004. Bien, como ocurre con todas las noticias que tienen que ver con aquel infausto atentado, vaya usted a saber en dónde parará la supuesta intención de las distintas asociaciones. Por un lado, prefiero no hacerme ilusiones, pero por otro…

Ya sabemos que hablar del 11-M implica tratar un tema que hace hervir la sangre de muchos. La mía, para empezar. Se trata de uno de los días más impactantes de mi vida, uno de los momentos más tristes que recuerdo, y uno de los recuerdos más lamentables que la historia de mi país me ha proporcionado en lo que llevo de vida. El hecho de ver que las víctimas y los familiares de las mismas no son –o no eran- ni siquiera capaces de celebrar un homenaje conjunto a todos los que murieron ese día no sólo es un reflejo de la triste realidad que a mi modo de entender vive España, sino también un signo de debilidad ciudadana que los políticos actuales –el mayor error posible en las peores circunstancias imaginables- no han dudado en aprovechar desde el primer instante.

Esa división entre las víctimas fue aprovechada para silenciar los atentados, para trasladar la atención a disputas políticas que nos han traído al estado en el que nos encontramos… disputas creadas por quienes ahora y siempre han renunciado a acudir a los homenajes, por quienes decidieron que el Día de las Víctimas del Terrorismo fuera un 27 de Junio mientras que Europa sí consideró el 11 de Marzo lo suficientemente importante para convertirse en el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, por quienes encubrieron continua y descaradamente a los que no prestaron la más mínima atención a los procedimientos seguidos en la investigación y custodia de las pruebas…

… disputas, en fin, que sólo sirvieron para robarnos un poco más nuestra dignidad como país. Una dignidad más despreciada por el hecho de que ni las Asociaciones de víctimas se podían poner de acuerdo entre ellas. Son –o deberían ser- las asociaciones de víctimas del terrorismo, cuyos miembros son los principales afectados por aquella masacre, las primeras en dar los pasos necesarios para romper las barreras y la ley de silencio que los cargos públicos han impuesto sobre este asunto.

Recuperar una parte de la dignidad que España perdió aquel 11 de Marzo de 2004 dependerá, en mi opinión, de que finalmente el homenaje sea conjunto y la fecha se reserve de forma exclusiva para ese acto público. Y las víctimas descansarán, seguro, un poco más en paz…

Por todo lo que perdimos aquel 11 de Marzo de 2004

… y con esa dignidad recobrada, podremos plantearnos continuar con lo siguiente.

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