19 de junio de 2009

Diario de Rorscharch

Malditos asesinos... Malditos bastardos asesinos miserables, cobardes. Les odio a todos y cada uno de ellos.
Descansa en paz, Eduardo. Mi más sincero pésame a sus familiares...

Diario de Rorscharch: 16 de octubre de 1985

"Blake entendió. Lo trató como una broma, pero entendió. Vio los chasquidos de la sociedad, vio a los pequeños hombres enmascarados tratando de aguantar juntos... Vio el verdadero rostro del siglo XX y escogió convertirse en un reflejo, en una parodia"

Me pregunto cómo habría actuado Edward Blake si le hubiera tocado vivir su papel de comediante en el siglo XXI. No sé en qué se habría convertido en este siglo si cuando entendió el siglo pasado se convirtió en una parodia.

"El mundo corre hacia ninguna parte". Los ecos de una frase que no sé si dije yo o escuché en algún sitio resuenan con fuerza en mi habitación. ¿Por qué el mundo debería ir hacia algún lado?, preguntará alguno. No se trata de "ir hacia algún lado" en concreto; no es la meta, sino el camino; no es el adónde caminamos sino el cómo caminamos.

Y vuelvo a gritar que el mundo se pudre, que esto no va a ningún lado. Que ya no recuerdo ni siquiera el nombre de la persona que, enrabietada, destrozó una Herriko Taberna hace unos meses. Yo mismo me pregunté entonces: ¿podría suponer esto un cambio en España respecto al terrorismo etarra? Y ayer recibí mi respuesta. Cruel, implacable. La vida de Eduardo -qué ironía de nombre, ¿verdad?- saltó por los aires y mi pregunta obtuvo su respuesta.

Hoy por la mañana el sol, la esperanza, salió entre los edificios. Apenas unos minutos más tarde las nubes, el mundo real, lo taparon. Oculta esa esperanza, tan sólo puedo ver unos destellos en el pétalo de una rosa roja, en una vela encendida, en una caricia. Muestras de esperanza en un mundo de miseria.

No todo es triste. Se puede disfrutar. Pero todo es una broma. Tiene que serlo para tener sentido; si no, sería absurdo comprobar cómo en un mundo lleno de muerte y destrucción, nos levantamos por la mañana sintiéndonos felices y con ánimo de sonreír.

"...pero no hay cobijo... y el futuro solloza como un tren expreso..."

Eduardo Puelles. Uno más. Y de nuevo, más gritos, más rabia, más dolor, más odio.

Y después, el silencio.

Después, la nada.

5 comentarios:

  1. Creo que sentimientos como el tuyo ha debido de haberlos desde hace milenios, sino millones de años, ante un acto de violencia, que puede tener un sentido más o menos profundo para el ejecutor.

    Eso no nos da una perspectiva demasiado halagüeña de las previsiones de futuro, no...

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  2. Eduardo Puelles ardió dentro de su coche, murió pidiendo auxilio, y los que estaban fuera no pudieron hacer nada.
    El resto seguimos vivos. Complicidad? Cero. Hay que empezar desde ya a no dar nuestro brazo a torcer. Es un acto de crueldad, de desprecio por la vida tan grande que mereece una condena firme por parte de los que no tenemos ninguna hipoteca política. Es cruel, como todos los asesinatos, pero resulta tan despreciable como el tiro a Miguel Ángel Blanco en el verano de... 1997? ya no recuerdo bien.
    BASTA YA.
    Pablo.

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  3. hola pichu. nuestra última entrada trata sobre lo mismo. me alegro. pero una nota curiosa: mira el último comentario que recibí. el tal "anónimo" escribió el mismo comentario en otra entrada antigua al poco. llamativo, cuanto menos, y despreciable, por igual dosis, que haya gente así.

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  4. Me ha parecido muy acertada la elección de este monólogo de Rorscharch (mi personaje favorito de Watchmen) para ilutrar un aspecto de la realidad española.

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