Bruce Springsteen & the E Street Band on the Working On a Dream Tour
Sin apenas tiempo para descansar (descansar es de débiles) ya me encontraba durmiendo junto a la ventanilla del Peugeot 407 que debía dirigir nuestros pasos hacia la siempre entrañable ciudad de Valladolid. Viendo el diluvio que caía por la carretera y en Valladolid por la mañana, las expectativas del concierto estuvieron por los suelos un buen rato.
Sin embargo, de vez en cuando los milagros meteorológicos se producen, y lo que parecía imposible a la una de la tarde sucedió: a las ocho de la tarde brillaba el sol y el cielo estaba despejado sobre el estadio Nuevo José Zorrilla.
Pero antes de dedicarle un párrafo al concierto (un párrafo breve, pues nada de lo que pueda decir reflejará en todo su esplendor lo que llegó a ser ese concierto) debo mencionar que la visita a Valladolid fue una oportunidad única de encontrarme con una de las personas más importantes de mi vida; no sólo por lo que significa ahora para mí (que es muchísimo), sino por lo que llegó a significar en su momento. Esa persona sabe de qué momento hablo y sabe que en estos casos puedo saltarme esa norma tan entrañable de no darnos las gracias: así que desde aquí deseo enviarle un saludo muy especial y le doy las gracias por todo. ¡A ver si nos vemos pronto! ;)
El concierto en sí, un lujo difícil de igualar
Dos horas y cincuenta minutos. Así se puede resumir de forma clara lo que fue el concierto de Bruce Springsteen.
Dos horas y cincuenta minutos tocando sin parar canciones de siempre mezcladas con algunas canciones de su último álbum, “Working on a Dream”. Casi tres horas saltando, bailando, lanzando la guitarra al aire, corriendo por el escenario, y tocando algunas de las canciones que solicitaba el público cercano al escenario mediante carteles; un espectáculo en toda regla que rompe el concepto que yo podría tener hasta ahora de un concierto de música rock.
El ambiente, genial (un poco flojo en nuestra grada a la hora de seguir a Bruce con su espectáculo, pero no nos vamos a poner quisquillosos porque yo lo disfruté muchísimo) y los pelos que se me pusieron de punta con algunos temas que, sinceramente, hasta el concierto no me habían dado más; para muestra de esos temas, “41 shots”. Y como ejemplos de canciones que hasta entonces había escuchado sin sentir demasiado, “Badlands” (con la que abrió el concierto) y “Lonesome Day”.
Sin duda y como no cesan de insistir sus más aférrimos seguidores, Bruce representa la energía, la ilusión, el ímpetu sobre el escenario; y durante el concierto alcanza unas cotas de comunión con el público increíbles. Sólo así podría entenderse que en algunos momentos, esos de máxima melancolía en los acordes de algunas canciones, a punto estuviera de caerme alguna lágrima.
[…] Bruce Springsteen es energía, épica, vida, ilusión y recuerdo. Palabras de tanto calado humano que se identifican con lo que siento cuando escucho la música de Bruce Springsteen. Bruce no habla exclusivamente de un éxito, de una victoria, de un amor que comienza o de uno que ya terminó; él va más allá y le canta a su ciudad derrumbada en ruinas, al chico que quiere largarse de un pueblo condenado al ninguneo eterno, a quien no se conforma con lo que hay, al espíritu que necesita libertad para sentirse vivo[...] (Benicassim, 4 de agosto de 2009)
La pregunta que me hago es: ¿cómo habría sido ver el concierto allí abajo, más cerca de este carismático rockero de Nueva Jersey?
El vídeo lo encontré gracias a esta entrada del blog "No surrender"; un blog de ‘Havi Solo’, natural de Alcalá de Henares (Madrid), “un enamorado de la musica, del cine, de los videojuegos, en definitiva de la vida, gran seguidor del deporte y a veces buen escritor”
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