23 de septiembre de 2009

Soflama post-mateína

Casi 48 horas después de que Oviedo haya despedido las fiestas de San Mateo este 2009 me dispongo a publicar esta entrada, cuando España ha conquistado su primera medalla de oro en un Eurobasket (muy merecidamente, por cierto).

La verdad que hablando con Maite el otro día me di cuenta de tres cosas fundamentales: sigo con muy pocas esperanzas depositadas en el conjunto de la raza humana (a raíz del escándalo de Pozuelo y diversos acontecimientos posteriores) cada día puedo menos con el Gobierno de Zapatero (sobre la noticia que aparecía el otro día de esa reunión que tuvo el Partido ¿Social?ista para reforzar la figura de un presidente y un Gobierno sincero y honrado) y no tolero absolutamente nada la facilidad con la que por estos lares se le ríen las gracias a los Gobiernos dictatoriales en Centroamérica y América del Sur.

Como la única opción que tengo es la de escribir, escribo que las palabras de José Blanco en referencia a la negociación con ETA como ejemplo de la sinceridad de Zapatero me parecen una verdadera tomadura de pelo a los españoles. Caballeros, no hablamos de complejas tramas, de acusaciones de escuchas ilegales sin probar; esto es muy simple, hablamos de uno de los engaños más lamentables que una democracia puede presenciar.

Que la presentadora de LaSexta abriera la noticia de la batalla campal en Pozuelo con un “hoy los jóvenes no han podido salir a divertirse” me parece vergonzoso. Señoras y señores, ya va siendo hora de que nos sentemos y nos replanteemos esa justificación que la sociedad en su conjunto dirige hacia el alcohol; y lo más importante, debemos preguntarnos por qué hay que concebir la juerga de los jóvenes, nuestras juergas, como acontecimientos donde debe estar presente el alcohol para pasárselo bien. Mucha mandanga de Educación para la Ciudadanía, con la que los estudiantes de estas generaciones venideras sepan ¿respetar? a su prójimo como lo dicta papá-Estado, y olvidamos enseñar que existen muchas alternativas al ciego mundial cada sábado.

Y no puedo, de verdad, no soporto la manera con la que cada fin de verano en Oviedo tenemos que ver desfilar las banderas y los carteles (por no decir la música) en apoyo de las dictaduras de Cuba o Venezuela. Hacemos la gracia a ritmo de salsa mientras sonreímos al ver palabras de apoyo a Hugo Chávez, y nos ponemos un adhesivo en la camiseta, que representa regímenes que reprimen las libertades más fundamentales. Me gustaría saber por qué narices justificamos con gracia y con buen humor los procedimientos de esos gobiernos; sinceramente la respuesta que se me ocurre es la más lógica y a la vez me da un poco de miedo.

Y esto es todo, por hoy. Mentiras, alcohol y dictaduras en el mundo. Lo que viene siendo todo un auténtico festival de variedades, oiga.

2 comentarios:

  1. Lo peor no es ponerse una pegatina con la bandera de esos países. Es recibir a sus gorilas en nuestra casa.

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  2. De Venezuela ya no digo nada, pero siempre creí que lo del Rincón Cubano era pro-Cuba más allá de Castro, en torno al ideal de régimen comunista más primigenio. Pero oye, me enteré este año que parte de la recaudación iba a parar a obras sociales en Cuba, así que tampoco es que esté muy puesto.

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