... es una buena oportunidad para conocer de cerca esta ciudad que está al norte de Italia, próxima a los países de Centro Europa.
Cierto que no sabía que un de los puntos de interés turístico-religioso es que es aquí donde resta la sábana santa; no lo sabía hasta que mi amigo Pelayo me informó de ello ayer, cuando, acabado el partido del Joventut (con grandísima victoria :D), me conecté un rato desde el hotel y hablé con él a través de messenger. Y debo decirle a Pelayo que desgraciadamente, y mira que lo intenté, no he podido llevarme ni un solo fragmento de recuerdo de la Sábana Santa. Nada macho, los guardias italianos, que cuando están de no, es que no...
Aparte de ello recorrí un buen trecho de la ciudad, dejándome llevar por las calles de una mágica ciudad de Turín que quizá sea el escenario de una nueva página victoriosa para la Penya. Pero eso se decidirá mañana en las semifinales, porque hoy para canalizar mi euforia (que necesito canalizar, porque si no puedo explotar cuando mañana empiece el partido) he hecho eso: turismo, algo que llevo queriendo hacer desde que me bajé del avión el martes y para lo cual no he encontrado tiempo ni el miércoles ni el jueves.
Ya dije el primer día (miércoles) que no me parecía una ciudad incómoda. Es más, me parece muy acogedora, la gente tiene esa calidez de los que no viven en el pueblo pero tampoco en una ciudad ciudad, sino en una especie de punto intermedio, más o menos como la situación que vivimos por tierras ovetenses. Se me hace raro pensar que estoy a unos mil kilómetros de casa pero esto es tan distinto... me siento ajeno a la realidad, me da la sensación de que estoy incrustado de repente en un mundo que no es el mío; y pese a ello, me gusta. Creo que está siendo una experiencia enriquecedora, de la que volveré (esperemos) muy contento, tanto deportiva como personalmente hablando.
Hablando de personas, hoy llegaron los autobuses con los aficionados verdinegros que no pudieron venir antes y que van a ver la semifinal de mañana. Lo de la afición del Joventut y esta final de Uleb está siendo memorable: a los que llegaron ayer, el mismo día de los cuartos, les retrasaron el vuelo y llegaron al partido de milagro porque el avión en el que inicialmente debían viajar se estropeó... hoy han llegado muchos más aficionados en bus derrotados por el viaje pero con unas ganas de gritar, saltar y sonreír con este equipo tremendas.
Y como llevo diciendo todos estos días atrás, se hace tarde y mañana va a ser un día muy intenso. Tengo muchas ganas de volver pero también me gustaría quedarme mucho más. Y es que mañana vuelvo al acabar el partido de semifinales... cosas de la vida, aunque me encantaría quedarme a ver la final. Os llevaré muchas fotos para enseñaros y muchas historias curiosas para contar. Entre ellas... que vi jugar a unos “Ángeles” que no eran Lakers sino Badaloneses, y que no vestían de morado y amarillo sino de verdinegro.
Cuidaros, un saludo desde Turín. Mañana, a dar caña a los turcos del Galatasaray.
Jo, pues con la ilusión que le hubiese hecho a mi bisabuela un cachito de Sábana Santa para su centésimo cumpleaños... Porca miseria. :p
ResponderEliminarnaah.... no te creas, que tampoco abriga tanto.
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