25 de noviembre de 2009

6. La estrella polar. Reencuentro.

Miércoles, 26 de noviembre.

Me encuentro como un tonto delante de la pantalla del ordenador, intentando colocar las ideas que fluyen por mi mente para que tengan un sentido. No puedo ponerme a escribir según se me ocurre todo… no habría quién lo leyera. La mente, como el tiempo, a veces juega muy malas pasadas; tiende a correr cuando nosotros querríamos ir despacio, y se empeña en ir lento cuando nosotros lo que queremos es velocidad. Y aquí sigo, ante el rectángulo luminoso y el piloto parpadeante del cursor.

Dudo mucho, Maite, que cuando leas estas líneas encuentres algo que te dé sentido para comprender el texto. Soy egoísta, nunca te lo dije: no escribo para que me entiendas, escribo para expresarme. Pero, ¡por favor! Me vuelve a salir ese tono recriminatorio; no creas que te lo echo en cara. Ni mucho menos. Es que necesitaba decirlo de alguna forma…

Todas las noches miro al cielo en busca de las estrellas. Noche tras noche, día tras día desde hace algunos años. Lo hago tan a menudo que aprendí a orientarme más o menos. Un día encontré, con la misma casualidad con que te encontré a tí, a la Estrella Polar.

Porque al igual que sucedió contigo, a mí a la Estrella Polar me la presentaron, no la encontré yo; a tí y a mí nos presentaron, no te encontré yo. Las cosas sucedieron como tenían que suceder, y lo cierto es que no recuerdo que diera ningún paso en falso. Todo fue tranquilo, sosegado y previsto. Desde que te encontré aquella tarde, hasta que te olvidé aquella mañana.

Probablemente se trate de una de las historias más extrañas de mi vida. Nunca supe valorar lo que realmente me aportaste; pero quiero que sepas, por si alguna vez te dejas caer por aquí y lees esto, que no me arrepiento de nada y que una cosa es segura: otra cosa no, pero divertir lo que se dice divertirme… ¡lo pasé como un enano! Y creo que eso no tiene precio.

Nuestras miradas se cruzaron, años después. Y sonreí porque actué de tal forma que los recuerdos son alegres… Decía la canción “no dejo de pensar que aquí no hay sitio para los dos”. Pues eso, que era imposible desde el principio y quizá por eso me lo pasé tan bien.

Gracias por un rayito de esperanza que no me vino nada mal.

P.D: mucha, muchísima suerte con todo aquello que afrontes en la vida. Espero que nunca olvides que una prórroga de cinco minutos puede cambiar muchas cosas…

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