21 de octubre de 2008

Ricky y la magia de Guillem Raventós

Hoy, 21 de octubre de 2008, es un día especial por muchas cosas.

Creo que hoy, en cierto modo, todo cambia de alguna manera y nada será como hasta ahora yo lo había conocido.

Hay mucha gente que hoy cumple 18 años, que hoy alcanza su mayoría de edad. En el mundo serán millones de personas. Yo sólo conozco a una: Ricky Rubio.

El sábado pasado tuve el placer de toparme con un niño de 1º de ESO que, viviendo en Asturias, se ha hecho del Joventut -y eso que era del Madrid-, y estuvimos un rato hablando de baloncesto, de "nuestro" equipo, y en especial de Ricky, de quien se confiesa -el niño- un aférrimo seguidor suyo.

La historia de Ricky Rubio, a sus 18 años, tiene la peculiaridad de cualquiera de nuestras vidas, sólo que de la suya conocemos muchos datos. Muchas de las cosas que le han sucedido no han sido por casualidad, todo parece haber ido confluyendo de manera que llegara hasta donde está hoy por un camino marcado con antelación.

Que lo conozcamos desde los 14 años puede ser gracias a Aíto Gª Reneses, que fue el entrenador que lo puso en pista aquel mes de octubre de 2005 frente al CB Granada. Desde entonces hasta hoy, y como he indicado brevemente en Blogsket, a Ricky le han ocurrido muchas cosas curiosas.

Como por ejemplo, ese triple desde la línea de medio campo, que sirvió para forzar la prórroga en la final del Europeo júnior España vs Rusia en agosto de 2006. O esos pases mirando al tendido jornada tras jornada en Badalona. O ese dribbling rapidísimo dejando rotos a sus defensores. O esa canasta ganadora frente al Real Madrid en la semifinal de la Copa del Rey de este mismo año. O esos tiros libres en las semifinales de la Liga ACB contra Unicaja en 2006. O esa forma de tutear al mismísimo Jason Kidd en la final de los Juegos Olímpicos de Pekín.

Con 18 años tiene un palmarés envidiable, añadiendo a los títulos de equipo (Campeón de la Copa del Rey, de la Copa Uleb y de la Eurocopa FIBA con el DKV Joventut) diversos reconocimientos individuales. Su nivel de juego es ya reconocido a nivel mundial incluso por expertos en la NBA; la única lacra que se trajo por su protagonismo en la final Olímpica, fue la lesión en la muñeca, que le mantiene actualmente alejado de las pistas.

Deportivamente hablando, Ricky es espectacular y de él ya se ha dicho todo. Pero personalmente guarda muchos tesoros que probablemente pocos llegarán a conocer; yo sólo conozco uno.

Y es que quizá, entre tanto huracán de éxitos y calidad de juego, haya un detalle que Ricky nunca podrá olvidar. Un detalle que quizá, marque su vida para siempre o haya marcado su porvenir hasta el momento. Por encima de todo lo demás, Ricky suele recordarnos la figura de Guillem Raventós, un jovencísimo jugador de la cantera del Joventut, que falleció en un accidente de moto a los 17 años en julio de 2006.

Cuando Ricky respondía a las preguntas sobre el triple desde el medio campo en el Europeo júnior, él afirmó que siempre pensó que se podía ganar, incluso hasta el último suspiro. Que vio posible ganar hasta cuando parecía imposible, se intentara como se intentara. Que Guillem, desde el cielo,  guió el balón desde las manos de Ricky hasta la canasta, una canasta mágica que dio la vuelta al mundo y le dio un poquito más de fama al "Harry Potter" de El Masnou (localidad donde nació).

Hay grandes jugadores y los ha habido a lo largo de la historia, pero Ricky, por encima de todos los demás, tiene algo más que baloncesto en sus venas. Y ese algo es la magia que rodea a su figura cuando sale al parquet para jugar al baloncesto.

-  Felicidades, Ricky, ¡que cumplas muchos más! -

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