El viernes tomé un tren rumbo a Madrid, el talgo Gijón-Alicante a las 9:30, en la Estación del Norte en Oviedo. En aquel trayecto pude disfrutar de la agradable compañía de una madre que iba cuidando de sus dos niños; los dos iniciamos una conversación que no ha sido nada trascendental pero, no obstante, amenizó un viaje que pudo haberse hecho largo de no ser por esa circunstancia. Fue un momento para compartir y conocer a una persona totalmente ajena a mi vida que sin embargo influyó en un momento determinado.
...y es que por la mañana mi hermano y yo nos fuimos a jugar al baloncesto a unas pistas que hay cerca de su casa. Y de nuevo, encuentro con gente desconocida, que mereció la pena. Nos juntamos para jugar con cuatro chavales que había allí y pasamos la mañana disfrutando de buen (muy buen) baloncesto, bajo un sol matutino que nos bronceó y todo. Vestí la camiseta del Mundial de Japón con la esperanza de poder celebrar por la tarde un triunfo ante Grecia. Y, en efecto, así fue.
Por la tarde, a las 19:00, dio comienzo un encuentro inolvidable de semifinales frente a Grecia. Ganamos, por supuesto, pero en unas circunstancias arbitrales bochornosas; estuvo claro, como hacía tiempo, que el trío arbitral pretendía que Grecia pasara a semifinales por encima de lo que fuese necesaria (técnica a Rudy por 'exagerar'... falta a Navarro que acabo en gresca y el árbitro delante sin pitar nada... sendas 'caricias' en la zona helena que el árbitro 'pasó por alto...) pero España ganó, que era lo que importaba, y salimos a la terraza gritando ¡A COLÓOOON! ¡A COLÓOOON! ¡ A COLÓOOON! ¡A COLÓOOON! cuando la noche se echaba sobre Madrid y en el cielo aparecían las primeras estrellas.
Esta historia llega a su fin con el viaje de vuelta... ¡pero no he contado nada de la noche de Colón! Una fina lluvia caía sobre la Plaza de Colón instantes antes del comienzo del encuentro, cuando muchos aficionados nos congregábamos ya en torno a las pantallas gigantes instaladas por La Sexta. Sin embargo, el viento (o nuestros nervios) alejaron las nubes de nuestra situación, y 10 minutos antes todos cantábamos "¡QUE CONECTEN, OÉ! ¡QUE CONECTEN, OÉ! ¡QUE CONECTEN, OÉ! ¡QUE CONECTEN DE UNA VEZ!". Y poco más, el encuentro ya lo describí en su correspondiente entrada. Fue emotivo cuando nos pusimos a gritar: "¡ESPAÑA ENTERA CORTARÁ LA CASTELLANA! ¡ESPAÑA ENTERA CORTARÁ LA CASTELLANA!". Estos bonitos recuerdos ayudan a ver la parte positiva de una noche amarga para la historia del baloncesto español. Mereció la pena realizar el viaje, sin duda.
Y el lunes por la tarde... regreso a Oviedo sabiendo que el presidente del mejor equipo de baloncesto de España, de Europa y del mundo, Jordi Villacampa, cenaba en Conrado. Lo sé, sé que igual podía haber ido a pedirle un autógrafo a uno de los jugadores más emblemáticos de nuestra historia... pero estaba demasiado cansado para darme un paseo bajo el orbayo ovetense. Seguro que la oportunidad se me presenta otra vez. Y si no...
hola!!
ResponderEliminaryo tb keria ir!!! q envidia!!! como m molo ablar contgo l dia anterior aiii despues del partido jejejeje
stos dias cn el europeo fue genial ai luego cntgo del partido. q risas!!!
se nota q nos gusta el baloncesto!!
viva el baloncesto!! besitos cuidate mucho
vicky