Es sabido por todo el mundo que quiere darse cuenta que no existe la persona perfecta. Así, desde el comerciante de la esquina hasta el gran agente de negocios comete, alguna vez y por pequeño que sea, un error.
Se equivocó Aznar tantas veces, en tantas cosas, durante sus dos legislaturas, que resaltar aquí todas sus equivocaciones y discutirlas llevaría mucho tiempo. Se equivocó Aznar y su Gobierno al decidir que el Prestige debía poner rumbo lo más lejos de las costas gallegas, olvidando el detalle de que lo que la marea se lleva, la marea lo trae. Se equivocó Aznar y su Gobierno a raíz de lo acontecido con el requete-re-tomado asunto del Yakolev- 42 (ya saben, el avión que se estrelló con militares españoles a bordo hace unos años), porque no aclararon el asunto ni cuando debían ni como debían.
Se equivocó Aznar al pensar que el envío de tropas españolas de ayuda humanitaria a Iraq era no sólo coherente sino necesario, al igual que el envío de tropas españolas a Afganistán; se equivocó por esto, y así quedó patente en las elecciones de marzo de 2004, cuando el pánico se apoderó de nosotros ante la renovada idea de la amenaza del terrorismo islámico tras los atentados del 11-M. Se equivocó, y pagó, con lo que los políticos pagan, que es con los votos y con la pérdida o la victoria en unas elecciones. Pero además, Aznar y su Gobierno cometieron el error de tratar de mantener informada a la sociedad en tiempo real tras la mañana del 11-M; las continuas comparecencias desde el día 11 hasta el día 13 por la noche no hicieron sino generar una confusión, aprovechada quizás por algún político y algunos medios de comunicación, que de nada ayudó a la resolución de las incógnitas que aún tenemos acerca de los atentados.
Como aprender de los errores es de sabios, durante la legislatura de Zapatero vemos cómo nuestro presidente ha aprendido estrictamente la lección. Zapatero y su Gobierno mostraron que aprendieron la lección cuando, tras los incendios de Guadalajara (en el que hubo víctimas mortales, pertenecientes al cuerpo de bomberos), prefirieron no dar explicaciones acerca de lo ocurrido y de las decisiones tomadas, a pesar de que hubo varios muertos a consecuencia de ello, y pasaron página sin dar más cancha al asunto. Zapatero y su Gobierno mostraron que aprendieron la lección cuando, tras la llegada de fuel a las costas mediterráneo-andaluzas, no explicaron la decisión tomada y aclararon, para tranquilidad de la población, que “este fuel no es malo”. Zapatero y su Gobierno aprendieron la lección que les enseñó la guerra de Iraq, por eso, en las ocasiones en las que un convoy o un helicóptero del ejército español fue atacado en territorio afgano, prefirieron omitir las circunstancias en que se habían producido esos ataques y pasar página sin dar más importancia al asunto. Aprendió Zapatero y aprendió su Gobierno (nuestro Gobierno), y así quedó patente cuando, tras los atentados de la T4 de Barajas en diciembre del pasado año, se tomaron una semana con calma para explicar los detalles del mismo: supimos que era ETA pero no dieron ninguna información más en los siguientes quince días.
Se equivocó Aznar tantas veces, en tantas cosas, durante sus dos legislaturas, que resaltar aquí todas sus equivocaciones y discutirlas llevaría mucho tiempo. Se equivocó Aznar y su Gobierno al decidir que el Prestige debía poner rumbo lo más lejos de las costas gallegas, olvidando el detalle de que lo que la marea se lleva, la marea lo trae. Se equivocó Aznar y su Gobierno a raíz de lo acontecido con el requete-re-tomado asunto del Yakolev- 42 (ya saben, el avión que se estrelló con militares españoles a bordo hace unos años), porque no aclararon el asunto ni cuando debían ni como debían.
Se equivocó Aznar al pensar que el envío de tropas españolas de ayuda humanitaria a Iraq era no sólo coherente sino necesario, al igual que el envío de tropas españolas a Afganistán; se equivocó por esto, y así quedó patente en las elecciones de marzo de 2004, cuando el pánico se apoderó de nosotros ante la renovada idea de la amenaza del terrorismo islámico tras los atentados del 11-M. Se equivocó, y pagó, con lo que los políticos pagan, que es con los votos y con la pérdida o la victoria en unas elecciones. Pero además, Aznar y su Gobierno cometieron el error de tratar de mantener informada a la sociedad en tiempo real tras la mañana del 11-M; las continuas comparecencias desde el día 11 hasta el día 13 por la noche no hicieron sino generar una confusión, aprovechada quizás por algún político y algunos medios de comunicación, que de nada ayudó a la resolución de las incógnitas que aún tenemos acerca de los atentados.
Como aprender de los errores es de sabios, durante la legislatura de Zapatero vemos cómo nuestro presidente ha aprendido estrictamente la lección. Zapatero y su Gobierno mostraron que aprendieron la lección cuando, tras los incendios de Guadalajara (en el que hubo víctimas mortales, pertenecientes al cuerpo de bomberos), prefirieron no dar explicaciones acerca de lo ocurrido y de las decisiones tomadas, a pesar de que hubo varios muertos a consecuencia de ello, y pasaron página sin dar más cancha al asunto. Zapatero y su Gobierno mostraron que aprendieron la lección cuando, tras la llegada de fuel a las costas mediterráneo-andaluzas, no explicaron la decisión tomada y aclararon, para tranquilidad de la población, que “este fuel no es malo”. Zapatero y su Gobierno aprendieron la lección que les enseñó la guerra de Iraq, por eso, en las ocasiones en las que un convoy o un helicóptero del ejército español fue atacado en territorio afgano, prefirieron omitir las circunstancias en que se habían producido esos ataques y pasar página sin dar más importancia al asunto. Aprendió Zapatero y aprendió su Gobierno (nuestro Gobierno), y así quedó patente cuando, tras los atentados de la T4 de Barajas en diciembre del pasado año, se tomaron una semana con calma para explicar los detalles del mismo: supimos que era ETA pero no dieron ninguna información más en los siguientes quince días.
Qué facil es, ¿verdad presidente?, analizar los datos de un atentado como el de diciembre, sin tener a media población manifestándose delante de las sedes de su partido exigiendo responsabilidades por dicho atentado, ¿a que sí? Qué sencillo resulta realizar la labor cuando hagas lo que hagas no tengas a alguien que te llame constantemente asesino, fascista, y terrorista, por tus errores políticos, ¿verdad? Si le duele cuando le llaman traidor por su pésima actitud ante los asesinos de ETA, imagínese si le llamaran a usted terrorista lo que podría sentir. Qué fácil es estudiar tanto los datos como las consecuencias de los hechos importantes cuando se producen con una duración de la legislatura suficiente como para preparar el terreno y avisar las cosas con tiempo y hacerlas bien. Equivocarse y rectificar es de sabios, ¿verdad presidente? Pero hay maneras y maneras de aprender, ¿no?
Si la solución al error de información, es la omisión de información, ¡incautos!, entonces hay muchos que están profundamente equivocados.
¡Tío, felicidades! ¡Tienes tu primer comentario spam! ¡Y además soy el visitante número 200! ¡Se que rompo totalmente el clima de tu comentario, pero no he podido evitarlo! ¿Y porqué no invitas a Íñigo para que vuelva al blog y le de vidilla a estos temas? :P
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