Se oye un murmullo de voces que gritan diversos cánticos de apoyo a los equipos. En los muros de la plaza de toros resuena la música que suena a todo volumen para entretener a los asistentes en los minutos previos. La arena del ruedo ha sido sustituida, una noche más, por tablas de madera que conforman el parquet que será testigo fiel del espectáculo que estamos a punto de presenciar. Tensión.
Los jugadores se visten con las camisetas por las que van a salir a ganar. Unos, de verdinegro; otros, el bando que juega en casa, de blanco. El base bajito, el escolta de pelo revuelto, el ala-pívot con cuidada perilla, el base negro, el pívot internacional, el alero que se enfrenta a su ex-equipo... uno a uno, salen todos a la pista. El público enloquece cuando les ve y grita enfervorecido palabras de ánimo para dar alas a los blancos.
Focos. Cámaras. Balón al aire. Comienza el espectáculo, ¡esto es baloncesto!
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